text
stringlengths
41
14.1k
label
int64
0
45
n_verses
int64
2
411
Pastora, dame licencia, que diga que mi cuidado sientes en el mismo grado, que no es mucho en tu presencia mostrarme tan confiado. Pues Diana, si es así, ¿cómo puedo yo partirme?, ¿o tú cómo dejas irme?, ¿o cómo vengo yo aquí, sin empacho a despedirme?
6
10
Estaba el gaucho en su pago con toda siguridá: pero aura... ¡barbaridá! la cosa anda tan fruncida, que gasta el pobre la vida en juir de la autoridá.
39
6
Al entrar en la villa el soberano, Alegre el pueblo prorumpió en las voces, Que del palacio del señor de Lara Llenó los patios y altos corredores ; Y á poco del salón, donde el anciano Con el hijo, el amigo y servidores, Todos sus infortunios olvidaba, La doble puerta con estruendo abrióse. Tras de seis ballesteros y dos pajes Entró gallardo de Castilla el conde. En su talle gentil y faz hermosa Mostrando el temple de su pecho noble. ün sayo carmesí de oro bordado, Una ancha cuera recamada, y sobre El pecho un primoroso talabarte Con castillos de plata por botones. Una lijera toca de velludo Adornada de plumas de coloreá, Y de piel de pantera las abarcas. Eran el traje del augusto jóven. Un venablo empuñaba con la diestra, Y con su cascabel y capirote En el puño siniestro sustentaba Un fiero azor. Algunos ricos hombres Entraron en pos de él, y Rui Velázquez Con aspecto feroz y altivo porte ; Pero al poner en el salón la planta, Quedó cual asesino, que en el monte De su víctima encuentra de repente El vengador espectro á media noche. —Gústios de Lara, entrambos sarracenos, Y los hidalgos, al entrar el conde, Quedaron en silencio respetoso ; Y el ciego anciano del sillón alzóse, Por Ñuño y por Mudarra sostenido. Fernán González calla., y reconoce Con penetrantes ojos en un punto Cuanto le cerca. El venerando y noble Aspecto admira del señor de Lara, Con honda compasión; del moro joven El abierto semblante y gallardía. Con vehemente interés," el grave porte Del moro anciano, con respeto; y halla En los hidalgos conocidos nombres De lealtad y valor. Con suave acento Así el silencio que reinaba, rompe : " Qué es esto, Gústios Lara?...Estos infieles " ¿ Con qué objeto, decid, con qué intenciones A Salas han venido?" E l ciego ilustre, Con gran respeto, la firmeza noble, Que es solo propiedad de la inocencia, Dejando ver, tranquilo respondióle : il Que estoy en la presencia soberana De mi señor, del castellano conde. Me dicen las preguntas que he escuchado : El solo puede hacérmelas; y pone" ^En su punto la sania Providencia Acia mí, desdichado, sus favores, Trayéndole á este alcázar en el dia. En que piadosa y justa me socorre." " Esto es, señor, que el brazo del Eterno Siempre da á la inocencia vengadores, Y que por mas que la maldad tolere, Al fin las tramas del inicuo rompe." De estos huéspedes son, pues lo preguntas, El objeto y las altas intenciones El pediros justicia, reclamando La honra y la fama de mi antiguo nombre " Y lanza á lanza, á todo trance, á muerte, Con el inicuo acusador, que ose Sustentar las calumnias que me han hecho El mas desventurado de los hombres, Combatiendo con prueba irresistible, Con la prueba de sangre, que responde Siempre al juicio del cielo, mi inoceiu ia Hacer patente y mi lealtad al orbe." "De los dos el anciano es Zaide, Zaidc.... Basta nombrarle; España le conoce : Y este mancebo cordobés, MI HIJO ! Sangre de Lara por sus venas corre." — Gran conmoción, sorpresa, mudo asombro Pintaron actitudes y facciones, Oyendo tal, de pajes, ballesteros Y magnates del séquito del conde. Este quedó cual suele el que perdido Por intrincada selva en negra noche, Al resplandor de inesperada lumbre El camino anhelado reconoce ; Y Velázquez, que al punto en que la planta Puso en la estancia aquella, yerto, inmoble Clavó en tierra la vista, y que al momento Que Lara empezó á hablar, estremecióse. Todos sus miembros el temblor mostrando Que las hojas del álamo en el monte, Guando le da una ráfaga de viento ; Apenas pronunciar á Gustios oye, Este es mi hijo, levantó los ojos, (Hubiera dado su existencia entónces. Por que del basilisco el fiero influjo Tuvieran) enclavólos en el jóven, Y vió una aparición, viendo la imagen De Gonzalo. Su sangre toda helóse, Se le erizó el cabello, un alarido Lanzó que hizo tronar los artesones. Diz que la garza, que orgullosa el aire En la región suprema cruza y rompe, Burlando altiva con lijero vuelo La destreza y furor de los azores. Cuando aquel que ha de darle cruda muerte, Del puño parte, al punto lo conoce Por un instinto peculiar, y asorda Las altas nubes con dolientes voces. Aquel momento de sorpresa y pasmo Universal no pierde Zaide, y corre A Mudarra, á quien tiene prevenido De antemano con sabias instrucciones; Y le anima, y le impele por la espalda Acia las plantas del gallardo conde, Al cual de esta manera con despejo Habló, doblando una rodilla, el jóven Inclito soberano de Castilla, A quien los cielos de ventura colmen, Gonzalo Gústios, el señor de Lara, Víctima de malvados y traidores," E s mi padre : mi madre fué Zahira, Hermana de Almanzor. La sangre noble, Que arde en mi pecho, restaurar me manda De mi familia el mancillado nombre;" " Y vengo á vuestras plantas, la inocencia Y la lealtad á demostrar al orbe Del que me ba dado el ser, del padre mió, Con la prueba de sangre. En vuestra corte" Está el acusador, está el aleve. Que con calumnias bárbaras y atroces, De vuestro antecesor la alta justicia Sorprendió con engaños y traiciones." "Rui Velázquez se llama ; yo le emplazo A combate de muerte. Egregio conde. No me podéis negar campo seguro Dentro de vuestras tierras, si conforme" " A las leyes reináis, y yo os lo pido." No dijo mas el agitado joven : Quedó en silencio la espaciosa cuadra; Be Velázquez la estrella oscurecióse.
29
145
Minando así las cortes por mil ocultas venas, aspira ventajosa a la ruina total de su grandeza.
13
4
Cuanto sube hasta la cima desciende pronto abatido a lo profundo. ¡Ay de aquél que en algo estima el bien caduco mentido de este mundo!
16
6
El río Guadalquivir va entre naranjos y olivos Los dos ríos de Granada bajan de la nieve al trigo.
0
4
Algún olmo que escondido creció entre la yerba blanda, sobre las aguas tendido se reflejaba perdido en su cristalina banda.
26
5
Muaron los tiempos, me he muao yo; aonde no hay escritura jecha no hay obligación.
32
4
Flamenquiya, ¿qué dirías si yo jisiera contigo esas malitas partías?
41
3
No igas que no me quieres; no me pongas de manera que hasta der sielo reniegue.
41
3
Y antes que un tal poeta, mi deseo primero hubiera sido ser un buen banderillero.
7
2
Ni aún agora he dispertado; Que, según, Clotaldo, entiendo, Todavía estoy durmiendo; Yo no estoy muy engañado. Porque, si ha sido soñado Lo que vi palpable y cierto. Lo que veo será incierto; Y no es mucho que rendido, Pues veo estando dormido, Que sueñe estando despierto.
14
10
Allí irá la hipocresía Con el disfraz en la mano, Y sabremos aquel día Qué pechero hubo hidalguía Y qué hidalgo fue villano.
26
5
Mientras las ruedas trazan dos rayas paralelas y el mozo carretero masculla cantinelas y en lluvia de oro caen los granos de maíz, crujiendo, rechinando, quejándose de todo, saltando en los guijarros, ahogándose en el lodo, se arrastra la carreta por sobre el polvo gris.
36
6
Licio, al cual en sufrimiento amador ninguno iguala, suspendió allí su tormento mientras miraba el contento de su pulida zagala. Mas cotejando su mal con el gozo que ella había, el fatigado zagal con voz amarga y mortal de esta manera decía.
6
10
En tal guisa se partieron los poetas todos cuatro del selvático teatro, desde el hecho que expidieron: El camino que siguieron No recuenta mi tratado, y basta lo procesado para el acto que dijeron.
3
8
En cuanto al primero aquí hago una pausa, no porque me faltan halagos que cuente, mas por cuanto veo prolija la causa y tan trabajosa que en mí no se siente. Y vengo al segundo: que no tan valiente en armas fue Ceva, no haciendo Domicio; si Marco lo viera, dejando a Fabricio, a él escribiera con pluma elocuente.
2
8
Donde voy, con las mujeres y con los hombres me encuentro, malheridos por la ausencia, desgastados por el tiempo.
0
4
Seguí adelante... Luego Se hizo luz en la senda, Y volví a quedar ciego.
42
3
Troncos y paja: por las rendijas entran Budas e insectos.
18
3
Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará;
40
4
Camino polvoriento y sinuoso de los lagares bajo el sol de julio, río que exhausto desemboca en verde mar de viñedos,
17
4
conocería dónde sesteas, dulce Esposo, y, desatada de esta prisión adonde padece, a tu manada viviera junta, sin vagar errada.
19
5
Sobre tus bellos, transparentes ojos Buscan los cielos su cristal divino; Lanzas miradas, que cual rojo rayo, Fieras deslumbran.
17
4
¿La razón de tu tristeza? Torpeza. ¿Y qué pesa en tu conciencia? La ciencia. ¿Y cuál la raza malsana? La humana. Si una sangre nos hermana, y a las pruebas me remito No concibo ni permito, Torpeza en la ciencia humana.
24
10
Y el caracol entonces a cuadrilla tan grave dejó libre el camino, diciendo únicamente: «Ustedes pasen».
13
4
En los profundos abismos de tu desdicha corriente, ¿quién te hizo ser prudente sino tus trabajos mismos? Cesaron los parosismos, haciendo los males cursos; mas tus trágicos discursos publicarán tus concetos en locutorios secretos y en generales concursos.
14
10
La vasta noche no es ahora otra cosa que una fragancia.
18
3
Yo he conocido esta tierra en que el paisano vivía. Y su ranchito tenía y sus hijos y mujer... Era una delicia el ver cómo pasaba sus días.
39
6
Con ardor incansable, su militar destreza, ha combatido siempre, contra pérfidas tropas filisteas.
13
4
Yo la vestimenta de Pierrot tenía, Y aunque me alegraba y aunque me reía, Moraba en mi alma la melancolía.
44
3
Más vale prometerte poco ahora, y algo después cumplirte, lector mío, no empiece yo con voz atronadora, y luego acabe desmayado y frío; no una altiva columna vencedora que jamás rinda con su planta, impío el tiempo destructor, alzar intento; yo con pasar mi tiempo me contento.
22
8
Vayan suspiros a cuentos, vuélvanse los ojos fuentes, resuciten accidentes, que pasados pensamientos no dañarán los presentes. Vaya el mal por donde va, y el bien por donde quisiere, que yo iré por donde fuere, pues ni el mal me espantará, ni aun la muerte, si viniere.
6
10
Yo fise de fortaleça el mastel et la mesana, las entenas de muy sana fusta nueva sin cortesa; las xarcias de firmesa, las velas otro que tal, la sorra puse de sal, pistada con gran destresa con obediencia coral.
20
9
Desde que te fuiste, serrana, y no vuelves, no sé qué dolores son estos que tengo, ni dónde me duelen.
32
4
Con enojo muy grande le empecé a denostar; le dije: “ Si Amor eres, no puedes aquí estar, eres falso, embustero y ducho en engañar; salvar no puedes uno, puedes cien mil matar.
8
4
¿Qué nube os eclipsó, claros luceros? Dejaos mirar si pretendéis vengaros; mas ¡ay! que os imagino tan avaros, que aun no daréis el mal de conoceros.
10
4
Los suspiros son aire, y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar. Dime, mujer: cuando el amor se olvida, ¿sabes tú adónde va?
40
4
Te he visto no sé dónde, ni sé cuándo. ¡Ah! Sí, ya lo recuerdo; fue soñando.
7
2
En este signo tal creo que yo nací; procuré servir siempre a las que conocí, el bien que me causaron no desagradecí y a muchas serví mucho y nada conseguí.
8
4
MADRE, Santa María En dónde canta el ave De la esperanza mía?..
42
3
¿Y quién le avala al señor? ¡Mi honor! Que no lo tienes, prevengo. ¡Tengo! Mucha ropa hay en el mar... ¡Que lavar! Aunque temas a luchar, el más ruin tú de los seres pues te escondes tras mujeres, ¡mi honor tengo que lavar!
24
11
¿Amariya y con ojeras?... No le preguntes qué tiene; que está queriendo e beras.
41
3
Decidme: La hermosura, la gentil frescura y tez de la cara, la color y la blancura, cuando viene la vejez, ¿cuál se para?
39
6
Y otros que hubo en Grecia que la tal vida siguieron y según hizo Lucrecia por castidad perecieron: los cuales todos vinieron en este lugar que vedes, y con sus canes y redes hacen lo que allá hicieron.
23
8
Sol de la tarde, Augusto Sembrador que el tesoro De la luz, nos envías como un trigo de oro A la tierra, que tiembla bajo el sagrado vuelo De la vital simiente que aventas desde el cielo, Con tu brazo solemne que el infinito abarca. ¡Augusto Sembrador! ¡Hermoso Patriarca!
37
6
Levantóse la casada una mañana al jardín, dicen que a gozar del fresco: ¡Más le valiera dormir! Esperando a su galán a sueño breve y sutil, le ha dado amor mala noche. ¡Más le valiera dormir! Sobre la madeja bella que al amor revuelve en sí sale arrojando una roca. ¡Más le valiera dormir! Gorguera saca de negro, turquesado el faldellín, y a medio vestir la ropa. ¡Más le valiera dormir! A la salida del huerto torcido se le ha un chapín, de que quedó lastimada. ¡Más le valiera dormir! Pasando más adelante al coger un alhelí le picó el dedo una abeja. ¡Más le valiera dormir! Con tanto azar no descansa; sale enamorada al fin buscando a aquel que bien ama. ¡Más le valiera dormir! Aquí mira, aquí se para; nada halla aquí ni allí, hasta ver lo que no quiso. ¡Más le valiera dormir! A su amante halla muerto, y al marido junto a sí, que remató entrambas vidas. ¡Más le valiera dormir!
28
36
¿Me das, pues, tu asentimiento? Consiento. ¿Complácesme de ese modo? En todo. Pues te velaré hasta el día. Sí, Mejía. Páguete el cielo, Ana mía, satisfacción tan entera. Por que me juzgues sincera consiento en todo, Mejía.
24
10
Quítate e mi presensia, no te baya a suseé lo que er demonio no piensa.
41
3
Si desto quieres enxiemplos, mira la grand Bauilonia, Teba y Lacedemonia, el grand pueblo de Sydonia, cuyas murallas y templos son en grandes valladares transformados, e sus trihunfos tornados en solares.
20
9
Misteriosa y cabalística, puede dar celos a Diana, con su faz de porcelana de una blancura eucarística.
27
4
Licio mucho más le hablara, y tenía más que hablalle, si ella no se lo estorbara, que con desdeñosa cara al triste dice que calle. Volvió a sus juegos la fiera y a sus llantos el pastor; y de la misma manera ella queda en la ribera, y él en su mismo dolor.
6
10
vosotras, que, enojadas, a la sed de los surcos y sembrados la bebida negáis, o ya abrasadas dais en ceniza el pasto a los ganados, y si miráis benignas y clementes, el cielo es labrador para las gentes;
38
6
Hace monseñor versos y rehúsa que no se sepan, y él los comunica con muchos, y a la lengua ajena acusa;
43
3
No temo al calor ni al frío acogida a tu albedrío.
7
2
No fuiste tú engendrada ni producida de la dura tierra; no debe ser notada que ingratamente yerra quien todo el otro error de sí destierra.
19
5
Porque en sueños los bienes y los males, Dorados en la loca fantasía, Al ánima dormida son iguales: El desdichado canta su agonía, Y lamenta el feliz bienes mortales,
25
5
Allí doncellas gentiles, Que al andar perlas y flores Esparcían, Para faenas serviles Los fieros conquistadores Ofrecían.
16
6
Con tanta inocencia como fue traída hermosa la virgen, de quien habla Guido, al triste holocausto del puerto de Alida, habló la tercera, tornada al sentido, el cual con la fabla le era fluido, diciendo: «Boccaccio, la nuestra miseria, si tú hablar quisieres, más digna materia te ofrece de cuantas tú hayas resumido.»
2
8
Mia que güenas partías: ando pidiendo limosna pa tenerte mantenía.
41
3
Y allá en el trémulo fondo el torreón se dibuja como el contorno redondo del hueco sombrío y hondo que habita nocturna bruja.
26
5
Para hacerse invisible cualquiera hombre no hay cosa más segura que hacerse pobre; pues el dinero es lo que luce y hace los caballeros.
31
7
Yo soy virgen casta que todos adoran, que todos aguardan con viva inquietud; yo soy manjar rico que todos devoran; amante a quien todos suspiran y lloran cuando huye a otros brazos; ¡yo soy Juventud!
25
5
En la lista de la tarde el Gefe nos cantó el punto diciendo: «quinientos juntos »llevará el que se resierte, »lo haremos pitar del juerte »más bien dese por dijunto».
39
6
Que en vez de aumentar su encanto Con pompa y mundano brillo, Se muestra anegada en llanto Al pie de altar sacrosanto, O al pie de pardo castillo.
26
5
Respondió: "Señora mía, nunca viene solo un mal, y un dolor, aunque mortal, siempre tiene compañía con otro más principal; y así, verme yo partir de tu vista y de mi vida, no es pena tan desmedida como verte a ti sentir tan de veras mi partida.
6
10
Alimentando lluvias, caracolas y órganos mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas
43
3
Doblen las campanas, doblen con doló; que sha muerto la mi compañera e mi corasón.
32
4
Me vi ferido a muerte de la frecha infecionada de golpe terrible e fuerte, que de mí non sope nada; por lo qual fué ocultada de mí la visyón que vía, e tornóse mi alegría en tristeza in fortunada.
23
8
Que los reyes justicieros y verdaderos y francos, facen llanos los barrancos, y los catillos roqueros; que a la justicia con franqueza y con verdad esmaltada, nunca fue tal fortaleza, tal constancia, tal firmeza, que no fuese sojuzgada.
20
9
El paño que el mercader pone, y que la tienda cubre, es el manto con que encubre sus defectos la mujer.
27
4
Son sus obras heroicas inmortales; las líricas, süaves de manera que vuelven en divinas las mortales.
43
3
Y un sueño a la verdad pasa la vida, sueño al principio de dorada lumbre, senda de flores mil fácil subida que a un monte lleva de lozana cumbre; después vereda áspera y torcida, monte de insuperable pesadumbre, donde cansada de una en otra breña, llora la vida y lo pasado sueña.
22
8
Que vuelvas a nuestra quinta por un libro que olvidé. Si voy, ¿dónde te hallaré? En esta alfombra que pinta
27
4
A las manos fue traída por una gentil doncella a la magnífica Estrella una guirlanda escogida: y dada y tan recibida fue con tal solemnidad cual yo jamás por verdad nunca vi en toda mi vida.
3
8
¡Jesús mío, yo pequé! ¡Terrible fue mi pecado! Vos sabéis lo que he llorado en esta esperanza y fe.
27
4
Si tiene los sobacos un poquillo mojados y tiene chicas piernas y largos los costados, ancheta de caderas, pies chicos, arqueados, ¡tal mujer no se encuentra en todos los mercados!
8
4
Salgamos: la muda selva derrama dulce beleño, y esparce la madreselva su apacible olor de sueño.
9
4
Y una saya de sayal forrada en peña tajada, y una pescada cicial de la garganta colgada,
9
4
“Dista la delicia humana (a que nuestro ser se inclina) de la delicia divina, cuanto la porción humana del cuerpo, la soberana porción del alma distó; en la venida se vio de Cristo, pues conocía el mundo el bien que tenía y a quien se le daba no.
14
10
O ya en aquella parte, que siempre está sujeta al inclemente cielo, do no se parte espesa y fría niebla eternamente, do árbol no se vee, ni soplo de aire blando que le oree;
38
6
Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los dos compadres subieron. El largo viento dejaba.
0
4
«Dilo, señor, que desde aquí me obligo de no decir que tú me lo dijiste», le dije, «por la fe de buen amigo».
43
3
Ni un muchacho revoltoso a quien, por calmar el llanto, contaran en son medroso aquel cuento tan famoso; y el chico calló de espanto.
26
5
De los pobres que allí había a ninguno lo largaron; los más viejos rezongaron, pero a uno que se quejó en seguida lo estaquiaron y la cosa se acabó.
39
6
¿Qué se hizo el Rey Don Juan? Los Infantes de Aragón ¿qué se hicieron? ¿Qué fue de tanto galán, qué fue de tanta invención que trajeron? ¿Fueron sino devaneos, qué fueron sino verduras de las eras, las justas y los torneos, paramentos, bordaduras y cimeras?
16
13
Enriquezco tu mano cortando uvas cubiertas por los soles y por las lunas. ¡Ay si quisieras que cortara tus besos con mis tijeras.
31
7
Á cojer amapolas, madre, me perdí, caras amapolas fueron para mí.
30
4
Delia linea animada Divide recta Estrellas al principio y al fin mosquetas.
30
4
Para que encuentren en tu pecho asilo y les des juventud, vida, calor, tres cosas que yo ya no puedo darles, hice mis versos yo.
40
4
Todo aquel que de sabio tiene el aprecio, savio será, si sabe fingirse necio.
30
4
¿Qué van cantando mis pajes? Mensajes. ¿Has visto? ¡Parecen gansos! Son mansos. ¿Por qué valen pocos montos? ¡Por tontos! A cambio de nada y prontos van por inercia a mi boca en cascada necia y loca mensajes mansos y tontos.
24
10
En hombros por tu orilla. Torre del Oro. En tu azulejo brilla sangre de toro.
30
4
Entonces, que tu culpa y tus despojos la tierra guardará, lavándote en las ondas de la muerte como en otro Jordán;
11
4
Pues por su honra y estado, en otros tiempos pasados, ¿cómo se hubo? Quedando desamparado, con hermanos y criados se sostuvo.
39
6
Montes de escombro y desiertos No ciudades populosas, Ya se ven; ¿Qué es de Valencia y sus huertos? ¿Y Murcia y Játiva hermosas? ¿Y Jaén?
16
6
Aquél que de poeta no se precia, ¿para qué escribe versos y los dice? ¿Por qué desdeña lo que más aprecia?
43
3
Recojo con las pestañas sal del alma y sal del ojo y flores de telarañas de mis tristezas recojo.
9
4
De los Reyes de España prenda digna, o por conquista de su celo santo, o por ser de sus ínclitas milicias palestra del valor y Seminario, Orán fue siempre aquel artificioso Briareo de piedra, cuyos brazos, tantos como Castillos le circundan, flechan perpetuamente horror y estragos. Entre sus valerosos mogataces lugar por su prudencia señalado goza Alí, desde el tiempo que Buslaguen la abandonó cobarde a un solo amago. Este pues una vez entre otras muchas, que honró mi albergue oculto y disfrazado del parentesco a la amistad traído el postrer Ramadán, que celebramos. Como sabio en los ritos nazarenos, y en las costumbres españolas sabio, tanto supo decirme, y su elocuencia o su verdad conmigo pudo tanto, que depuesto aquel odio interminable, que es, más que religión, razón de estado con que aborrece el musulmán su nombre, del cristiano las dulces leyes amo. Amo la suavidad de su gobierno, y amo en su Rey el más cabal dechado de aquellas almas, que la omnipotencia destinó para el bien de los humanos. Transportado el anciano venerable en los elogios de su Rey amado, y el corazón vertiendo por los ojos, mil veces anudó su voz el llanto. Contaba del gran Carlos las proezas desde su infante edad, en que, imitando el claro ejemplo de su heroico padre, fue una conquista su primer ensayo. Cuando, admirando a los famosos héroes que habían antes al África asombrado, sobre su misma herencia y patrimonio se hizo un nuevo derecho por su brazo. Contaba que en Veletri su denuedo tornó en feliz el más temible acaso, al águila arrancando del imperio, la victoria con que iba ya volando. Fuera temeridad de su prudencia compendiar los efectos acertados, y aun inútil fatiga, cuando el orbe se hace a sí mismo honor de publicarlos. De su Justicia el Fuero Carolino monumento será, que propagando su nombre a las edades venideras irá en las alas del común aplauso. Así las soberanas decisiones, que del hispano solio dimanando, felicidades son a sus dominios y admiración y envidia a los extraños. Oráculos serán en todos tiempos, a que el ilustre gremio de los sabios templos erigirá de su memoria y de su culto rendirá holocaustos. El paternal amor y providencia, con que al común provecho desvelado concilia y une tan gloriosamente los títulos de Padre y Soberano. Tantas dignas empresas los publican; y más bien la franqueza de su erario, recompensa dichosa de la industria, y abierto siempre al mérito y trabajo. Accesibles los montes intratables, que antes negaban al comercio el paso, son obeliscos, que a su fama ilustre formó naturaleza de antemano. Hechos ya poblaciones los desiertos, y hecho fecundo el más estéril campo, estas espigas son sus oblaciones, y aquellas piedras votos consagrados. Dóciles las corrientes de los ríos se mudan útilmente a su mandato, y ellos de obedecer a tanto dueño hasta el mar donde mueren corren vanos. Su corte embellecida a sus expensas hasta un extremo, al parecer, milagro, y vencidos aquellos imposibles por la torpe desidia figurados; de su celo y constancia monumentos serán eternos, inmortalizando las obras de su mano la agradable perpetua aclamación de un pueblo grato. Amedrentado ya por sus bajeles o rendido el furor de los corsarios, ara sin susto el labrador la costa, y el navegante el mar sin embarazos. Su poder toda Europa reconoce; sus armas llevan el terror y espanto al más remoto clima, si hay alguno, de quien antes su amor no haya triunfado. Cuando el volcán de Cilia por cien bocas sobre los horizontes comarcanos fuego vomita, y con el ronco estruendo rimbomban hondas ramblas y barrancos; y cuando los aceros españoles, horror de Cresla y Grava ensangrentados, de cadáveres pueblan la campaña y de dolor nuestros albergues vagos; aquel grave sonido estrepitoso, y estos mortales golpes que lloramos ecos son de su voz y de su aliento, meras ejecuciones de su amago. El ardid y valor, que de nosotros hacen que triunfen siempre los cristianos, inspiraciones son de su pericia, o influjos de su esfuerzo derivados. ¡Cuántas veces Brahim a nuestros ojos siempre vencido y nunca escarmentado, su osadía pagó, perdiendo en ella la flor de sus alcaides y soldados! Mas, ¿qué mucho que siempre la victoria corone la asta del pendón cruzado, cuando es un Alvarado quien le guía, lustre y honor del suelo americano? Aquel que, con domésticos ejemplos en la escuela de Marte alicionado, tuvo por preceptores de su brío de sus mayores los gloriosos fastos: de aquellos campeones invencibles, que a su Rey nuevos mundos conquistando, aun fueron sus inmensas extensiones de su heroico valor corto teatro. ¡Cuántas virtudes!, ¡cuántas excelencias de él refería el mogataz anciano!, ¡y cuán gustosamente embelesada pendiente estaba el alma de sus labios! Este, pues, igualmente de Belona que de Minerva alumno, ejecutando no menos vigoroso sus proyectos que los medita reflexivo y cauto. Después que de Brahim diversas veces del grande Rozalcázar en los llanos triunfar le vimos, y ganar victorias aun sin costa del riesgo y del cuidado; Y después que a los montes eminentes, que a Orán dominan y le son padrastro, cerró la entrada que el descuido atento abierta conservó por tantos años. Convertido su espíritu brillante al gobierno político, y llevando de su rey las gloriosas intenciones por norte de su idea y de sus pasos. El bien común solícito promueve sin que embaracen sus intentos altos inconvenientes, que constante allana, obstáculos que vence despreciando. Oráculo severo de las leyes, al bueno premia, si castiga al malo; siendo de su equidad igual elogio de uno la queja y de otro los aplausos. El pueblo con brillantes edificios mejora y pule, y los soberbios arcos que parecen padrones de su fama, unen la conveniencia y el ornato. El singular amor a su monarca, que arde en su pecho generoso y grato, en que cuantos rendimientos le tributa, dignamente se está manifestando. Por todos hable el ínclito trofeo que en los natales del Tercero Carlos, erige a la memoria de sus triunfos, último esmero de maestra mano. Hable aquel mármol que, de los cinceles aliento recibiendo, retratado conservará de un rey glorioso y justo la memoria su digno simulacro. Hablen los jaspes ya vanagloriosos de su feliz destino, sustentando al numen tutelar de Mauritania, y hable ese hermoso Atlante de alabastro. Hable el amor y esmero generoso de aquellos celosísimos vasallos que a su ejemplo a su amado rey consagran sudores, vigilancias y trabajos. Hablen... Mas, ¿dónde transportarme dejo del amor que me inflama, retardando el designio feliz que me conduce con nuevo aliento a más seguros lauros? Atravesando acaso esta espesura, oí vuestras querellas, y obligado de la fina amistad que os he debido, quise de mis intentos avisaros. Si seguirlos queréis, seréis dichosos con tan glorioso dueño; mas, si acaso amor os aprisiona, prendas sean de mi constante afecto aquestos lazos.
29
192
Y pues vuestro remediar es quien puede remediarme, yo os suplico deis lugar do mi mal pueda quejar sin poder de vos quejarme; porque con tan sólo hablarme me será tal beneficio que sin más galardonarme no es posible rescatarme con mil años de servicio.
12
11