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411
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Hoy de los diputados
canta el afecto,
que me dicen que es grande
el caballero,
y digo
que también el de Pinto.
¡Pues vaya,
vaya de mojiganga!
¡Por vida
de quien algo nos diga! | 1 | 10 |
otro favor no menos importante
para el caso temido se nos muestra,
de ingenio y fuerzas y valor bastante: | 43 | 3 |
Y a la extraña visión volviendo ahora
que al triste viejo apareció en su sueño
(que algunas veces cuando el alma llora,
la muerte en consolarnos pone empeño,
y bienes y delirios atesora
que hacen más duro, al despertar, el ceño
de la suerte fatal que en esta vida
nos persigue con alma empedernida), | 22 | 8 |
Ocúpate, si quieres
Vivir contento,
Que a los desocupados
Persigue el tedio:
Fuera pereza,
Si quieres verte libre
De esta dolencia. | 31 | 7 |
Más con amor que con vicio
he preguntado, Señora;
quiero responder agora,
pues seréis de mi servicio
muy abonada deudora.
Segura vais de cansaros,
a lo menos de enojaros,
por cansada que os veáis;
que el cuidado que lleváis
basta para descuidaros. | 6 | 10 |
Le ije a la luna
del artito sielo,
que me yebara siquiera por horas
con mi compañero. | 32 | 4 |
Mira que el tiempo corre
rápidamente,
y que el tiempo pasado
ya no lo tienes;
y así, aprovecha
las horas, los instantes
del que te queda. | 31 | 7 |
Suena de presto su ronca bocina,
incitadora de bélica saña:
con ella retruena la brava montaña,
su gélido suelo con ella rechina.
Grida la gente feroz y malina:
¡Oh Lucifer, Lucifer, no receles!
Presto verás la venganza que sueles
ver de los tales si no determina
Dios otra cosa con estos fieles... | 20 | 9 |
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído? | 27 | 4 |
Nombradme vuestro amador
para amaros por entero,
seré vuestro caballero
y seguro servidor
siendo entonces vos motivo
de mi vida y de mi honor,
¡si no moriré de amor
así como de amor vivo
estando de vos cautivo...! | 20 | 9 |
Todos cuatro en continente
y no con próspera prisa
Se fueron con la divisa
era en su trono potente:
saludaron reverente,
según hacer se debía:
Venus con gran alegría
les habló graciosamente. | 3 | 8 |
Desde el plano sincero del diedro
que se queja al girar su arista viva
contempla el amador nivel de cedro
la amada que en su hipótesis estriba
y acariciando el lomo del instante
disuelve sus dos manos en menguante | 36 | 6 |
en las llamas de las rosas,
alocado y sensitivo,
y dice a las ninfas cosas
entre un querubín y un chivo. | 9 | 4 |
A la vendimia, niños
vendimiadores.
A la vendimia, niño,
van mis amores.
Mas con el cuido
de no perder las hojas
de los racimos. | 31 | 7 |
Después que hechos famosos
hizo en esta misma guerra
que hacía,
hizo tratos tan honrosos
que le dieron aun más tierra
que tenía. | 39 | 6 |
Respondiole: "¡Oh mi Sireno!,
si algún tiempo te olvidare,
las hierbas que yo pisare
por aqueste valle ameno
se sequen cuando pasare;
Y si el pensamiento mío
en otra parte pusiere,
suplico a Dios que si fuere
con mis ovejas al río
se seque cuando me viere. | 6 | 10 |
Tendida la blanca vela
casi vuela mi barquilla,
y va dejando su quilla
sobre las ondas la estela;
y mientras mi barca vuela
y espumas hace saltar,
soy al viento mi cantar
viendo bellos espejismos
que decoran los abismos
de los vielos y del mar. | 14 | 10 |
Se van mostrando despacio
Las verjas de oro amarillas,
Canceles de aquel palacio
Que dividen el espacio
De la nave y las capillas. | 26 | 5 |
Donde creas que miente, dice mayor verdad,
en las coplas pulidas yace gran fealdad;
si el libro es bueno o malo por las notas juzgad,
las coplas y las notas load o denostad. | 8 | 4 |
El hado, que no se inclina
ni ceja, cual polvo vano
los barrió,
y en espantosa ruina,
al pueblo y al soberano
sepultó. | 16 | 6 |
Por ti no hay protocolo,
primera y sola
estrenas absoluta
tu protocola. | 30 | 4 |
Luego que fue a ilustrar su nuevo alcázar,
estable silla al español imperio
y obra por sí acabada, el grande Carlos
mandó juntar los próceres del pueblo,
y, colocado en el supremo trono,
rompió con tales voces el silencio:
«Ya la edad varonil, la fuerza y brío
del Príncipe parece están pidiendo
consorte que con larga descendencia
le hagan feliz. El público provecho,
de Estado la razón, los obsequiosos
pueblos de la península y aquellos
que, si bien los dividen anchos mares,
ni en amor ceder saben, ni en obsequio,
solicitan lo mismo. Este cuidado
dudas ocasionó a mi pensamiento,
hasta que al fin vencidas, determino
seguir por más seguro este consejo.
Luisa, estimada hija de Felipe,
mi hermano, aquel que victorioso el seno
de Italia penetró, entre las ausonias
ninfas de única goza el privilegio.
Esta elegí, de la borbonia estirpe
rama gloriosa o ínclito renuevo,
si es que dejarme pudo algún arbitrio
el amor que del Príncipe en el pecho
su mérito encendió, a merced del arte
bien trasladado a un venturoso lienzo.
Explorados los ánimos, consigo
sea Luisa de Carlos digno empleo,
y la gloria y blasón de los Borbones
se eleven nuevamente hasta los cielos.
Y más cuando produzca este consorcio
a la feliz España ilustres nietos,
que el nombre de Borbón reduplicando,
ejercicio perenne den al eco.
¿Qué hacéis, pues? Disponed apresurados
la marcha a Italia; ligurinos techos
aposentan de España a la Princesa,
venga a su capital, pues ya es su dueño.
Al mismo tiempo debo preveniros
que conduzcáis hacia el ausonio suelo
a mi hija, a mi amada María Luisa,
prenda que de Leopoldo los deseos
como suya impacientes solicitan.
¿Pero consentirá el amor paterno
despedirme de una hija tan amada,
que nunca veré acaso? ¿De su pecho
podrá el mío apartarse? De estos brazos
arrancadla; llevadla do Himeneo
manda. Con ella parte de nosotros
alegre vaya, triste quede el resto.»
Así dijo, y al punto diligentes,
el superior mandato obedeciendo,
del mar a las orillas se encaminan,
por donde España tiene austral aspecto.
Yace en los celebrados Contestanos
una antigua ciudad, a quien dijeron
Cartago nueva, contrapuesta a Libia.
De los brazos de tierra forma un puerto,
que el mar circundan por espacio largo
arco formando; todo aquel terreno
hacen inexpugnables fuertes muros;
a flor del agua está un peñasco inmenso
que le sirve de llave; el mar tranquilo
desprecia del Boótes los esfuerzos.
Aquí llegaron, y después que alegre
dejó admirarse del concurso atento
la augusta Infanta, luego de la escuadra
van a ocupar los voladores leños.
Los vientos soplan; ya en el mar se engolfan;
la tierra se divisa mal de lejos;
ciñen las naves menos venturosas
a la que lleva el más dichoso peso.
Queda a la izquierda el Ródano; a la diestra
Etruria, y de Parténope los reinos,
cuna feliz de nuestra amable Infanta.
Ya se acerca la tierra, y van subiendo
las costas ginovesas. De la invicta
ciudad abre las puertas al momento
el amor de la gente. Ya de Parma
admiran en la ninfa los iberos
de deidad infinitas cualidades:
unos lo afable del semblante regio;
de los miembros la gracia y compostura
otros; y todos con igual acierto
alaban la dulzura y alegría
que en sus ojos parece están de asiento.
Al punto que se vieron las dos ninfas
dentro de la ciudad, con lazo estrecho
se abrazan, y con ósculos explican
el mutuo gusto; nuevos sentimientos
sacando el nuevo gozo de sus ojos.
El oro, que en las márgenes del Tejo
ésta bebió, por lágrimas derrama;
aquélla del Erídano el electro
llanto de Faetusa. Amor al punto
los líquidos despojos recogiendo,
éstos dirige al amoroso Carlos,
al impaciente Leopoldo aquellos.
Festiva la ciudad sobre manera
a sí misma se excede; y el festejo
de las dos ninfas a su cargo toman
nobleza y plebe con igual empeño.
Ya gustan de mirar el rostro afable
de ésta, de aquella ya el agrado tierno;
e, indecisa la vista, en los dos rostros
gusta mil veces de variar de objeto.
No tanta gloria pudo dar Cibeles
al Díndimo, ni a Pafos tanta Venus,
como a Génova dan las dos princesas,
feliz por hospedarlas en su centro.
Pasan los días, y aunque amor las manda
dividirse, lo impide el mismo afecto.
Llegó el último fin en que apartarse
manda el orden real; tres veces fueron
a hablar, y por tres veces a formarle
para el postrero vale faltó aliento.
Dejan pues la ciudad, las altas popas
reciben su Princesa, que influyendo
como estrella propicia, las inquietas
olas al punto serenó y los vientos.
El campo azul así surcaba, cuando
en el séptimo día repartiendo
sus luces bellas la rosada aurora
por las excelsas gabias, ya que el sueño
había sacudido, a su presencia
se ofreció rodeado todo el cuerpo
de púrpura real la augusta imagen
de España. Pende del dorado cuello
rico collar, adorna su cabeza
una alta torre, guarnecida a trechos
de diademas de piedras peregrinas.
Debajo de sus pies el orbe nuevo
tiene, la religión y fe la siguen,
y la justicia armada de su peso,
y, postrada ante ella, así la dijo:
«Salve, luz de España, del ibero
firme esperanza, del Borbón Felipe
ilustre hija, de ínclitos abuelos
descendencia, y que reyes a la tierra
has de dar. ¿Es posible que te veo
después de tan diversos infortunios
por mar y tierra? Ven adonde fueron
tan amados tus padres; ve a tu España.
Estos países, todos estos reinos
son tu dote, y aquellos que divide
el océano mar. ¡Cuántos anhelos
me cuesta este consorcio deseado!
¡Con cuántos votos le he pedido al cielo!
Por fin oyó mis ruegos, y dispone
vengas a ser la paz de este hemisferio
con el dichoso Carlos. De este modo
las Lises de la Francia irán cundiendo
tanto, que en todas partes saldrán flores
en que escritos se lean nombres regios.
Ven a tus reinos pues, donde te llaman
los cielos, el amor y rendimiento.
El Rey, tu esposo, Mantua te desea,
y la heroica Isabel unir queriendo
su rostro al tuyo. Advierte en su cordura
los singulares dotes y talentos,
que cifró larga serie de monarcas.
Por dos veces la vio el hispano suelo
reinar; ahora ve reyes a sus hijos,
y también reyes ínclitos sus nietos.
Así los siglos llevarán su nombre
por tantos reyes para hacerle eterno.»
De aquesta suerte dijo, y, como sombra
o aire vano, se deshizo luego.
El Euro, en tanto, la brillante aurora
dejando y los confines nabateos,
lleva la escuadra al puerto deseado.
Apenas la española arena el sello
del pie augusto logró, cuando de todos
admirarse dejó nuevo portento.
La nave que condujo a la Princesa
empezó a enmollecerse, convirtiendo
su ser antiguo en el de hermosa ninfa.
Entre las bellas hijas de Nereo,
si bien nació en las selvas, logra vida,
a tal servicio merecido premio.
Ya entra en sus tierras Luisa, acompañada
de inmensa multitud. Los campos llenos
repiten sus elogios, que en mil coros
alternan ya doncellas, ya mancebos.
Las altas torres, los soberbios montes
inclinan en señal de acatamiento
a su dueño las cimas eminentes;
y las deidades, de quien son esmeros
los campos españoles, la tributan
sus más preciosos dones con respeto;
sus rosas Flora, Ceres sus espigas,
y Palas de la oliva el ramo fresco.
Hay un lugar llamado antiguamente
Ara de Jove; el Tajo le hace ameno
con su raudal. Aquí en la primavera
suelen gozar los reyes grato asiento,
cuando los campos muestran sus verdores,
o los matiza el céfiro sereno.
De la diosa de Chipre conducidos
mil armados amores concurrieron;
unos flechas arrojan por los campos,
su destreza ensayando; otros, cogiendo
flores, tejen guirnaldas; éstos claman,
ensalzando a los astros a Himeneo;
aquéllos danzan; muchos de ellos vuelan
sobre altas torres para estar de acecho
cuando llegue su dueño. Suena al punto
la voz de que ya viene. El Tajo, haciendo
que su cabeza toque las estrellas,
formó un líquido monte corpulento
para adorar la ninfa que venía;
la cual, llevada del amable objeto,
gustosa mira desde su carroza
tantos bosques y selvas, el somero
río, las florecientes arboledas,
mármoles vivos y diversos juegos
de las aguas, gozando la armonía
que en río y bosque forma el aire fresco.
Tú también, a quien dio perpetuo nombre
la parmesana Luisa, de mis versos
has de ser celebrada, oh Villaverde.
Tú, después de los varios contratiempos,
humilde la recibes y fomentas;
su cansancio reparas, en tus huertos
a beneficio de los aires puros
desecha del viaje el largo tedio,
y dejándose ver de todos, logra
reparar el espíritu y el cuerpo.
Ya en este tiempo Venus oficiosa,
quejándose del tardo movimiento
de los días, los tálamos prepara,
y del Rey apresura los intentos.
Más allá de los montes carpetanos,
línea de ambas Castillas, un ameno
valle, a quien dieron nombre los sapinos,
yace. Al prelado insigne de Toledo
Ildefonso se erige en su distrito
altar devoto, suntuoso templo.
Aquí del seco estío los rigores
no se sienten jamás; reina perpetuo
el verano en las selvas cuando el sirio
agosta el campo. El cortesano estruendo
dejado, este lugar al nuevo triunfo
del amor destinado, y de Himeneo
en sus bosques umbrosos divertía
al grande Carlos; cuando amaneciendo
Luisa con su llegada, los contornos,
las montañas saltaron de contento.
Llega al palacio, y en el mismo punto
del himen resonó el alegre acento,
lográndose, con ser de Carlos Luisa,
de toda España el general deseo.
Ya los bosques y campos laurentinos
habitan los que célebres han hecho
la religión y augusta arquitectura.
El Ésculo que nace en todos ellos
nombre les dio, y el nombre del Levita
a la sagrada casa. Aquí los cielos
por muchos días retribuyen gracias
por el feliz consorcio; y con ejemplo
piadoso exequias fúnebres dedican
a los manes augustos. Ya era tiempo
de volver a ilustrar los patios lares
y los muros de Mantua. El mausoleo
del gran Felipe dejan, y los campos
del mártir español, el gran Lorenzo.
Ya Madrid se descubre, ya la cuesta
que está después del río van subiendo,
donde empiezan las torres a elevarse
y de altas casas los labrados techos.
Una sola es la voz que se percibe
al pueblo innumerable y placentero:
«Alégrate ya, oh Mantua venturosa,
pues ves a tu princesa, y salvos vemos
a Carlos nuestro Rey, su augusta madre,
y todos los demás príncipes nuestros.»
Guiada de estas voces lisonjeras,
entra Luisa gustosa, recibiendo
los aplausos y votos de la gente
en su Corte feliz y alcázar regio. | 29 | 282 |
Soy desgraciaíto
jasta pal andá:
que los pasitos que yo doy palante
se güerben patrás. | 32 | 4 |
La campana aldeana
En la gloria del sol
Era alma cristiana. | 42 | 3 |
¿Qué importa que no los quieran
a los que saben amar,
y amando se saben dar,
y dándose nada esperan
porque amar no es esperar? | 26 | 5 |
Te es infiel ¿y la quieres? No me extraña;
yo adoro a la esperanza, aunque me engaña. | 7 | 2 |
Siempre en los rincones
te encuentro yorando;
mala puñalá me den, compañera,
si te doy mar pago. | 32 | 4 |
Y contra la arena el sueño,
a la sombra de una barca,
fuera de la mar, sin remos | 41 | 3 |
Si refrenas la vista
ya te parece
que se marchan los hombres
y que no vuelven | 30 | 5 |
Partidor se hizo al lobo; mandó que a todos diese:
éste apartó el menudo, para que lo comiese
el león, a quien dijo la mesa bendijese;
para sí, la canal, la mayor que se viese. | 8 | 4 |
Diez galápagos juntos
topó más adelante,
que de un pequeño charco
pasaban a buscar otro más grande. | 13 | 4 |
Soltadnos de las prisiones
de nuestros viciosos fuegos,
dad lumbre a los que están ciegos
de sus propias aficiones;
nuestros males apartad,
nuestros bienes procurando,
para que queden de un bando
la razón y voluntad. | 4 | 8 |
Roja y verde, eché a tu cuerpo
la capa de mi talento. | 7 | 2 |
¿Que será sin ti mi vida?
¡Fallida!
a mi dolor ¿Quién lo calma?
¡El alma!
¿Y a mi corazón que hieres?
¡Se muere!
Asesina de placeres
que me aflige y atormenta
y en mi vida representas:
fallida alma que se muere. | 24 | 11 |
Porque yo me naje
no sientas ni yores,
que ése es er pago, compañera mía,
que damos los hombres. | 32 | 4 |
El mas vivo interés, el entusiasmo
Mas puro en la actitud y en las facciones
Del gran Fernán González relucieron ;
Simpatizando con el alma noble
De Mudarra la suya. Y envidiando
Casi tal ocasión de alto renombre
Conseguir, combatiendo con justicia,
Por la virtud hollada, respondióle,
Teniendo que esforzarse y contenerse,
Por no echarle los brazos : "Corresponde
" Á la sagrada obligación de hijo
" A su padre vengar, y á todo coste "
"Aclarar su inocencia. Vuestro intento
Es heroico y es santo ; pero, joven,
Ved que aquel que se arroja temerario
A la alta empresa de mostrar al orbe"
" Los juicios de Dios, si muy seguro
No está de la verdad, qué horror! se expone
A que el cielo confunda su osadía.
Campo seguro me pedís, conforme"
A los usos y leyes de mi Estado;
Yo os le concedo en medio de mi corte,
En la plaza de Burgos. Mas primero
Diga vuestro contrario, qué responde :"
" Rui Velazquez, hablad."—Al oir Mudarra
De su enemigo pronunciar el nombre,
Y al mirarle salir de entre la turba,
Lanza un ronco alarido, en pié se pone,
Y pálido y temblando, <QiiéI....aquí estaba!"
Y en mi presencia! y vive ?" grita, rompe
El albornoz, y al puño del alfanje
.Lleva la diestra. Zaide se interpone,
Y le arrebata, y le retira, y dice :
Qué vas á hacer, mancebo?" Levantóse
Rumor sordo y confuso, semejante
Al subterráneo aterrador que se oye
Antes de un terremoto; y todos clavan
Los ojos en Yelázquez, que del conde
Aparece á la voz, como el cadáver
Que obediente al conjuro, en pié se pone.
Dejóse en medio ver, y cuando advierte
Que la atención universal absorbe,
De su altivez sacando nuevo brio,
Dominarse logró, (que era al fin hombre
Endurecido en crímenes, valiente,
Y á mandar avezado) y á su porte
Dando tranquilidad, y á su semblante
De sardónica risa los colores;
Enmascarando^ su furor, cual vemos
Allá en Sicilia al empinado monte
Con engañosa faz de helada nieve.
Negar que en sus entrañas fuego esconde js
" Si es cosa estraña," con desprecio dijo
" El que escuches las necias pretensiones
" De ese loco rapaz, aun mas estraño
" Es, señor, que me llames y provoques"
• Para darle respuesta. ¿Por ventura
De Castilla han de estar los ricos hombres
A la disposición de advenedizos,
Y á la merced de viles impostores?"
" Mira por ti, señor, y sin tardanza
Da á tus armados ballesteros orden
De que á esos dos infieles sospechosos.
De los confines de Castilla arrojen."
Grito de indignación sonó en la cuadra :
Quedó Velázquez como escollo inmoble,
Y Zaide adelantando algunos pasos.
De esta manera con reposo hablóle
¿Aun de insultar al cielo no te cansas?
¡Ay, que apresta sus rayos vengadores!....
Me llamas impostor ¿cuándo lo lie sido?....
Mírame; Zaide soy—Bien me conoces."
"Llamas advenedizo á este mancebo—
Y ¿por qué de mirarle, aunque lo escondes
Con mentido desprecio y falsa risa,
Tiemblas y te confundes?....¿Sus facciones"
lt Las de una de tus víctimas te copian?....
Hijo es de Lara, sí ; con mudas voces
El cielo le lo dice ; hijo es de Lara,
De Lara, el inocente, y de la noble"
"Hermana de Almanzor."—"Astuto moro,"
Furibundo Velázquez atajóle :
"De una infiel y un traidor el hijo sea;
"Mas te engañas, si piensas corresponde"
"Con un bastardo vil medir su lanza
" A un caballero de mi sangre y porte."
Nuevo rumor de indignación resuena ;
Del terremoto es ya. Los servidores
De la casa de Lara están á punto
De atrepellar por todo, los estoques
Y dagas requiriendo ; cuando el ciego.
Por Ñuño dirigido, va del conde
A arrojarse á las plantas, y lanzando
Gemidos, que los mármoles y bronces
Pudieran conmover, " Señor I" exclama,
"Miente quien de bastardo le da el nombre."
Es mi bijo natural, que yo era libre,
"•Libre su madre."—Enternecido el conde,
Y yo le legitimo, como puedo
"Cual señor soberano," respondióle ;
" Y aquel ceremonial con que en Castilla
"Pueden reconocer los ricos bombres
"Por buenos á sus bijos naturales,
"Os autorizo á celebrar." Entonces
Rui Vclázqucz, espíritu maligno
A quien compele, apremia, liga y pone
En el último trance el exorcista
Con la cruz santa y santas oraciones;
De espantosos relámpagos la lumbre
Dio á sus ojos siniestros y feroces,
Y ahogado de terror, tornado en Furia,
Así gritó con voz agria y discorde :
"Legítimo ó bastardo, ¿qué me importa?
Perezca, pues el ciclo me le pone
En las manos. Acepto el desafío :
Dentro de un mes, en medio de la corte
E n la plaza de Burgos, con mi lanza
"Te daré la respuesta, incauto joven."
Dijo, y despareció con sus secuaces :
Al punto de caballos el galope
Afirmó su partida : cuantos cercan
Al ciego Lara y al augusto conde,
Quedaron en el ancho desahogo
Con que respira turba de pastores,
Si el meteoro aterrador, que acaso
Angustiada la tuvo larga noche
Con su infausta presencia, se disipa,
al occidente rápido traspone. | 29 | 129 |
¿Qué es lo que dijo de amor
y de la barbera? ¡Ay, cielo!
¿Soy yo de bronce? ¿Soy hielo?
En la puerta estoy mejor: | 27 | 4 |
Para mayores cosas
levanto el armonía
del plectro que solía
tratar las amorósas
por ver si el laurel verde
hallo en las armas, que en amor se pierde. | 38 | 6 |
Por nuestro Señor, que es mina
la taberna de Alcocer;
grande consuelo es tener
la taberna por vecina.
Si es o no invención moderna,
vive Dios que no lo sé,
pero delicada fue
la invención de la taberna. | 4 | 8 |
Si alguna vez a mi dolor se presta
benigno el sueño con amigas alas,
hijo de la callada, húmida noche,
al fatigado espíritu aparece
de mi partida el infeliz instante.
Miro los ojos de esplendor divino,
que en lágrimas se inundan amorosas,
la trenza ondosa deslazada al viento,
suelta la veste cándida, y escucho
la conocida voz, las dulces quejas,
que serenar el ímpetu espantoso
pueden del mar en tempestad oscura.
Tiemblo, y en vano la funesta imagen
quiero de mí apartar. Ya me parece
que con halagos, de pasión nacidos,
la linda Isaura mi partida estorba;
ya que indignada a su amador acusa
de ingrato y desleal; ya, que rendida
a su aflicción, la voz y el llanto cesan...
Yo, ¡mísero!, ciñendo el cuello hermoso
y a su labio tal vez uniendo el mío,
juro a los cielos que primero falte
mi aliento débil, que en ajenos brazos
llegue a mirarla que la pierda y viva
antes que olvide mi pasión primera.
Mas ya se acerca el trance aborrecido:
late oprimido el corazón... Entonces
al violento pesar de mí se aparta
leve la imagen de la muerte triste
más que la muerte inexorable y dura. | 45 | 30 |
Ven, ceñida de rayos y de flores
la rósea frente, ¡oh plácida mañana!
Ve; ven, y ahuyenta con tu faz galana
la perezosa noche y sus horrores. | 10 | 4 |
¿Cómo vive esa rosa que has prendido
junto a tu corazón?
Nunca hasta ahora contemplé en la tierra
sobre el volcán la flor. | 40 | 4 |
Entra mayo y sale abril
¡cuán garridico me le vi venir! | 7 | 2 |
En soledad vivía,
y en soledad he puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido. | 19 | 5 |
Ya esta suerte, que empeora,
se vio tan en las estrellas,
que formó de mí querellas
de quien yo las formo ahora.
Y es tal la falta, señora,
de este bien, que de pensallo,
confuso y triste me hallo,
que si por vos me preguntan
los que mi daño barruntan,
de pura vergüenza callo. | 14 | 10 |
A los reinos llegó de sus hermanas,
a las cuales el caso extraño cuenta;
finge que con injurias muy villanas
Amor la echó de sí con grande afrenta.
Ella`s crédulas son, como inhumanas,
y cada cual, de tanto bien hambrienta,
lanzándose del monte, cuál primero,
con su muerte pagó el pecado fiero. | 21 | 8 |
Entre las ramas del que más se lava
en el arroyo, mirto levantado,
carcaj de cristal hizo, si no aljaba,
su blanco pecho, de un arpón dorado.
El monstro de rigor, la fiera brava,
mira la ofrenda ya con más cuidado,
y aun siente que a su dueño sea, devoto,
confuso alcaide más, el verde soto. | 22 | 8 |
También hacéis vuestra estancia
en Guadalupe en las breñas,
y así en la Peña de Francia;
yo no siento qué ganancia
sacáis de andar por las peñas;
mas lo que de ello sospecho
es, que salís al atajo
a tomar, contra derecho,
para vos este trabajo
a fin de nuestro provecho. | 6 | 10 |
Entre las otras sois vos,
dama de aquesta mi vida,
del traste común salida,
una en el mundo, de dos,
vos sois la que desfacéis
lo que contienen mis versos;
vos sois la que merecéis
renombre e loor cobréis
entre las otras diversos. | 20 | 9 |
hasta que finalmente,
en duro mármol vuelta y transformada,
hizo de sí la gente
no tan maravillada
cuanto de aquella ingratitud vengada. | 19 | 5 |
No dejó grandes tesoros,
ni alcanzó muchas riquezas
ni vajillas;
mas hizo guerra a los moros,
ganando sus fortalezas
y sus villas;
y en las lides que venció,
cuántos moros y caballos
se perdieron;
y en este oficio ganó
las rentas y los vasallos
que le dieron. | 16 | 12 |
no más llevarte flores escogidas,
ni de mis palomitas los hijuelos,
ni leche de mis vacas más queridas,
ni pedirte ni darte ya más celos,
ni más jurarte mi constancia pura,
por Venus, por mi fe, por tu hermosura. | 36 | 6 |
tienen las alabanzas por molestas
que les dan por poetas, y holgarían
llevar la loa sin el nombre a cuestas». | 43 | 3 |
La puente no la paso,
no la atravieso.
Envuelto en oro y raso
no se hace eso. | 30 | 4 |
Cupido, el cual se mostraba
Ser en los potentes
Príncipes, que a si llevaba,
y sabios muy trascendentes:
Le vi de monarca piedras fulgentes
Muy lucífera corona,
Cándida, como la zona
De los signos transparentes. | 3 | 8 |
Siente el tambor en su pecho
y hasta el rubor de su sangre
le abandona.
Mira con rabia el barbecho
temiendo que se desangre
si no abona. | 16 | 6 |
Y tus labios, de bisel tan terso,
eran la vida misma,
como una ardiente flor
nutrida con la savia
de aquella piel oscura
que infiltraba nocturno escalofrío. | 37 | 6 |
K e r i m a en su magnífico aposento
Entre confusos pensamientos vaga :
Y a amor su c o r a z ó n ensefiorca,
Y ella aun lo ignora, aunque en amor se abrasa.
L a fiesta popular, l a augusta boda,
Los banquetes, las músicas, las danzas.
E l concurso, y los lances del torneo,
Todo en su mente revolando pasa ;
Mas siempre en ella, entre el tropel confuso
De recuerdos sin fin, mira á M u d a r r a ,
Que es el blanco de todas sus ideas,
Que es el anhelo solo de su alma.
Y a l a anciana nodriza de sus brazos.
De su frente y b l a n q u í s i m a garganta.
Besando c a r i ñ o s a sus mejillas,
Las espléndidas joyas le desata ;
Y al v e r l a tan suspensaj se sonríe,
Y con malicia, de su edad no e s t r a ñ a,
" A y , K e r i m a ! " le dice, ^ ¿ de las fiestas
" V u e l v e s tan pensativa y tan t u r b a d a ? " . ..
" Hija de m i c a r i ñ o ! — q u é te aflige?...,
Tu tierno c o r a z ó n conmigo ensancha.
¿ H a s por ventura visto á otra doncella
Mas ricas joyas ó mejores galas?
a s beldad no es posible, pues t ú eres
L a rosa de oro y el c i p r é s de plata
Del imperio andaluz. . . . Y en l a riqueza,
E n perlas y almaizares ¿ q u i é n te iguala ? " . . .
" N o respondes?.... De fiestas y torneos,
Y de banquetes p ú b l i c o s se saca....
Cansancio.... nada m a s — E n otros tiempos
Mayor recogimiento se estilaba."
" C u a n d o Alhaken, cuando A l h a k e n vivía.
Una i l u s t r e doncella no pisaba
Jamas l a c a l l e . . . . siempre en sus j a r d i n e s—
Siempre.... mas todo en este mundo cambia —
" Matar infieles era e l solo empleo
De nuestros buenos padres... s í . . . ¡Mal haya
Quien i n v e n t ó las justas y festines,
Las m ú s i c a s , los versos y las zambras!"
L a inocente K e r i m a con zozobra
Oye de su nodriza las palabras,
Y tiembla silenciosa, rezelando
Que encubre mal lo que en su pecho guarda.
E n un b a ñ o de pórfido recuesta
E l cuerpo hermoso, y olorosas aguas,
De regalado temple, refrigerio
Dan á sus blancas formas delicadas.
Y a sus oscuras prolongadas trenzas
Deshacen con p r i m o r diestras esclavas,
Y las recogen en lijera toca,
Y en aceite de rosa las empapan.
E n femenil curiosidad ardiendo
Todas, la ostigan con preguntas varias,
¥ quieren que les cuente de la boda
Hasta las mas p e q u e ñ a s circunstancias
Y los varios colores y divisas;
Quién lucio en l a corrida de las cañas,
Y con q u i é n ha danzado, y cuáles fueron
Las mas vistosas y elegantes galas.
E l l a responde á todo, y nombra á todos
Los que en aquellas fiestas se encontraran
Pero por que su rostro no l a venda,
E v i t a siempre el nombre de Mudarra.
Queda sola en su lecho, y l a dulzura
Del sueño bienhechor inquieta aguarda :
A y ! sus enamorados pensamientos
De sus ojos lo ahuyentan y separan.
" Quién este j o v e n es?—Deudo, no hay duda,
D e l insigne Almanzor.—Mas ¿ q u é palabras
De tósigo mortal entre los labios
De mi padre e s c u c h é ? , . . . Por q u é su saña?
Expósito infeliz!!!... huérfano infame!!!..,.
No lo dijo por é l . . . . Su ilustre alma
B r i l l a en su faz, su estirpe generosa
E n su disposición noble y g a l l a r d a ."
" Y ¿á q u i é n , á q u i é n el venturoso joven
" L a prenda que g a n ó , cielos! consagra?
Así dice entre sí, y acerbo llanto
De sus ojos b e l l í s i m o s derrama.
Infeliz! infeliz!..,, su tierno pecho
Apenas siente del amor la llama,
Y la h o r r i b l e ponzoña de los zelos
Ejercita ya en él su ardiente rabia.
¡ Cómo se ofusca, c u á n t o desvaría
Una i m a g i n a c i ó n acalorada!
¡ Y c u á n t o el noble pecho de K e r i ma
Aplaudiera el intento de Mudarra!
Pues luego que t e n d i ó tranquila noche
Su manto oscuro por l a t i e r r a opaca,
A l rayo hermoso de naciente luna,
Que entre celajes plácidos se alzaba,
Dirigió el j ó v e n con plausible anhelo
A l sacro bosque la piadosa planta,
Donde la sepultura de Zahira
Entre cipreses l ú g u b r e s estaba;
Y de un lauro lozano que sobre ella,
Cual r ú s t i c o dosel, frondosas ramas
Estendía, con l á g r i m a s los ojos,
Colgó el a n i l lo y enlazó la banda. | 29 | 101 |
¿Dices que nada se crea?
No te importe, con el barro
de la tierra, haz una copa
para que beba tu hermano. | 0 | 4 |
Entre la leve gasa
que levantaba el palpitante seno,
una flor se mecía
en compasado y dulce movimiento. | 40 | 4 |
¡Carne de música, rosal de sangre loca,
sol con estrellas, manzana matutina,
pon en mi boca las rosas de tu boca,
tu boca roja de sol y coralina! | 35 | 4 |
Recuerda que tú existes tan sólo en este libro,
agradece tu vida a mis fantasmas,
a la pasión que pongo en cada verso
por recordar el aire que respiras,
la ropa que te pones y me quitas,
los taxis en que viajas cada noche,
sirena y corazón de los taxistas,
las copas que compartes por los bares
con las gentes que viven en sus barras.
Recuerda que yo espero al otro lado
de los tranvías cuando llegas tarde,
que, centinela incómodo, el teléfono
se convierte en un huésped sin noticias,
que hay un rumor vacío de ascensores
querellándose solos, convocando
mientras suben o bajan tu nostalgia.
Recuerda que mi reino son las dudas
de esta ciudad con prisa solamente,
y que la libertad, cisne terrible,
no es el ave nocturna de los sueños,
sí la complicidad, su mantenerse
herida por el sable que nos hace
sabernos personajes literarios,
mentiras de verdad, verdades de mentira. | 45 | 24 |
Dícenos Salomón y dice la verdad,
que las cosas del mundo todas son vanidad,
todas perecederas que se van con la edad;
salvo el amor de Dios, todas son liviandad. | 8 | 4 |
Mira el extremo en que estó
viendo mi bien tan dudoso,
que vengo a ser envidioso
de cosas menos que yo:
al ave que lleva el viento,
al pez en la tempestad,
por sola su libertad
daré yo mi entendimiento. | 4 | 8 |
Venus, hija del mar, diosa de Gnido,
y tú, ciego rapaz, que revolante
sigues el carro de tu madre hermosa,
la aljaba de marfil pendiente al lado:
Si hay piedad en el cielo, si el humilde
ruego de un infeliz no vos ofende,
¡oh!, basten ya las padecidas penas.
Vuelva yo a ver aquel agrado honesto,
aquel dulce reír, y la süave
voz de sirena escuche, y sus favores
gozando, tornen las alegres horas.
Pero si acaso mi destino fuere
tan enemigo a la ventura mía,
que en larga ausencia padecer me manda:
Alma Citeres, flechador Cupido,
tal rigor estorbad. Falte a mis ojos
la luz pura del sol en noche eterna,
y del cuerpo mi espíritu desnudo,
fugaz descienda, en vana sombra y fría,
a la morada de Plutón terrible. | 45 | 20 |
Rayo de metal crispado
fulgentemente caído,
picotea mi costado
y hace en él un triste nido. | 9 | 4 |
Vuestro muy gentil aseo,
Garnido en toda bodad,
Me conquista, pues que veo
Cerca la contrariedad:
Por lo cual, señora, creo
Que de aquesta enfermedad
Tarde o nunca sanaré. | 34 | 7 |
RUISEÑOR! ¡Alondra!.. Pájaro riente
Que dices tu canto al pie de la fuente,
De la fuente clara, de claro cristal...
Pájaro que dices tu canto, escondido
En el viejo roble de rosas florido,
Sobre la vitela del viejo misal. | 36 | 6 |
Ay, el rincón de tu vientre;
el callejón de tu carne:
el callejón sin salida
donde agonicé una tarde. | 0 | 4 |
Aquello no era trabajo,
más bien era una junción,
y después de un güen tirón
en que uno se daba maña,
pa darle un trago de caña
solía llamarlo el patrón. | 39 | 6 |
El dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento,
que humildad y necedad
no caben en un sujeto. | 0 | 4 |
Primavera vino;
violetas moradas,
almendros floridos. | 41 | 4 |
Como sois lucero
del alma mía,
al traer el día
nacéis primero;
pastor y cordero
sin choza y lana,
¿dónde vais que hace frío
tan de mañana? | 21 | 8 |
Reina en la cumbre del Parnaso Homero;
mas no por eso menos celebrados
son Alceo y Simónides y Píndaro,
los de divino plectro. | 15 | 4 |
Cuando en las noches de luna
preludia Alí alguna queja
junto a la calada reja
de la graciosa moruna,
ella ansia y valor aduna,
desciende hasta su vergel,
y allí está con el doncel,
trocándose en esas horas
palabras halagadoras
y dulces besos de miel. | 14 | 10 |
El Pontífice Sumo,
con su innata clemencia,
al oír tal demanda,
de horror, de asombro, de estupor se llena. | 13 | 4 |
Céfiro sopla, y como vela en nave
hinche el vestido a Psique, y blandamente
en alto la levanta, y con suave
sueño la deja cerca de una fuente
y una casa real, do, mientra el grave
caso la admira, así decir se siente:
"Psique, todo esto es tuyo, está sin pena;
vente a bañar, después vendrás a cena". | 21 | 8 |
Tabaco y oro. Faja
salmón. Montera.
Tirilla verde baja
por la chorrera. | 30 | 4 |
de más de cuatro mil salmas pasaba
(que otros suelen llamarlas toneladas),
ancho de vientre y de estatura brava: | 43 | 3 |
Apenas queda nada
de mi mirar de niño
ni queda apenas tiempo
testigo de los días
cuando sin más ni más
allí fuimos felices.
He buscado en el último
rescoldo del invierno
y en las vasijas tristes
quebradas por la espera,
en el vértice mismo
del recuerdo olvidado
y en la vieja memoria
verdecida de hiedra,
he buscado sin rumbo
un atisbo de nada,
un resquicio de vida
en el umbral del miedo,
y sólo a ti te encuentro,
viejo nogal, eterno. | 45 | 20 |
«¿Quién son», le repliqué, «si es que te es dado
dicirlo?» Respondióme: «No, por cierto,
porque Apolo lo tiene así mandado». | 43 | 3 |
Con ceño sombrío mira
El Tajo, que a sus pies corre,
Y al despecho que la inspira,
Con las gargantas suspira
De sus campanas la torre. | 26 | 6 |
Éstos por lo común son buena gente,
son a los que llamamos infelices,
hombres todo entusiasmo y poca mente,
que no ven más allá de sus narices;
raza que el pecho denodado siente
antes que, ¡oh fiero mandarín!, atices
uno de tus legales ramalazos,
que les dobla ante el rey los espinazos. | 22 | 8 |
Salió del mar, y con furor terrible
halló tu fin, donde comienza España,
el de tu fama no, que le acompaña
el alma de tu pluma inaccesible. | 10 | 4 |
Aquél que de negro viste,
el de las grandes ojeras,
es un pensamiento triste…
¡Sufre mucho! ¡Si supieras!… | 9 | 4 |
Y dije á la amada de un día: ¿No viste
De pronto ponerse la noche tan triste?
¿Acaso la Reina de luz ya no existe? | 44 | 3 |
Abandonado y yermo veinte años
Sálas su antiguo a l c á z a r visto h a b í a,
Juzgando el necio vulgo que fantasmas,
Larvas y espectros su recinto habitan ;
Cuando en una mañana del invierno,
M i é n t r a s devoto el pueblo estaba en misa,
Tres hombres, en tres malas y embozados,
Atravesaron sin rumor la v i l l a ;
Y evitando l a plaza del castillo,
Donde estaban los signos de ignominia,
Y la murada puerla, en el entraron
Por la espalda, pasando las hundidas
Tapias de unos corrales, y un postigo,
Que entre escombros, maderos y ruinas
Dejaba paso al i n t e r i o r . Apenas
E n el patio los tres, sueltan las bridas,
Apéanse, las capas de agua y nieve
Empapadas se dejan en la s i l l a;
Y quedando en custodia de las muías
E i que mozo de campo parecía,
Debajo de unos anchos soportales
Las guerece del agua y las abriga ;
M i é n t r a s los otros dos en gran silencio
Por los salones silenciosos g i r a n .
Con la escena t e r r i b l e que presenta
E l edificio á l a angustiada visla,
Los dos raros y e x t r a ñ o s personajes
Están en c o m p l e t í s i m a armonía.
Del primer fundador la sombra belada
Y la de su escudero parecían,
Que aquel trastorno á contemplar vinieran,
Y á l l o r a r l a e x t i n c i ó n de l a familia.
Precoz decrepitud, apresurada,
Aun mas que por l a edad, por las desdichas,
Agobia á aquel que de los dos parece
Ser el primero ; y sin vigor inclina
v
Una estatura, excelsa en otro tiempo.
Con gran dificultad el paso afirma;
Que ambas piernas hinchadas entorpecen
Su lardo andar. De noble y masculina
Belleza aun tiene restos el semblante,
Eu cuya frente y pálidas mejillas
Las profundas arrugas, de pasiones
Violentas, de desgracias infinitas,
De luengo padecer seguras huellas,
Una existencia trabajada indican.
Sin luz en noche eterna entrambos ojos,
(Circunstancia felice, que le priva
Del desconsuelo de notar la escena
Que le circunda) de penosa y fria
Timidez l a e x p r e s i ó n dan á su rostro.
A l b a como l a nieve, hasta la cinta
Su barba ondea ; su espaciosa calva
Un b i r r e t o n de oscura piel abriga,
Y es su vestido un sayo de velludo
Negro con franjas de oro , deslucidas
Como el total del traje. E l otro anciano,
Que de sosten s i r v i é n d o l e y de guia,
Por el siniestro brazo le conduce
Con gran respeto y c o m p a s i ó n , distinta
Presencia tiene; y aunque no tan noble.
Que es l a de un caballero testifica,
E n robusta vejez. B a r b a y cabellos.
Cortos, espesos y aplomados, b r i l l an
E n torno á su semblante, endurecido
Con la intemperie y sol de e x t r a ñ o s climasj
Y las arrugas de él meditaciones
Profundas y pesares acreditan ;
Como sus negros ojos expresivos,
Y preñados de l á g r i m a s , indican
Gran sensibilidad, y que recuerdos
De penoso dolor le m a r t i r i z a n .
Viste un r o p ó n de tosca lana pardo ,
Y de cuero rojizo una esclavina,
Adornada de conchas diferentes
De las remotas playas de la S i r i a,
Cubre sus hombros y su espalda y pecho,
Sobre el cual va colgada una reliquia
En una caja de oro y filigrana
Y en l a siniestra mano (pues se h a b ía
Descubierto al entrar so las techumbres)
Lleva un raro sombrero de tendidas
Alas, t a m b i é n de conchas guarnecido,
Y con medallas y diversas cintas. | 29 | 86 |
Es la partida forzada,
pero no por causa mía,
que cualquier bien dejaría
por verte en esta majada,
do vi el fin de mi alegría.
Mi amo, aquel gran pastor,
es quien me hace partir:
a quien presto vea venir
tan lastimado de amor
como yo me siento ir. | 6 | 10 |
¡Oh, son! ¡Oh, voz! Siquiera
pequeña parte alguna decendiese
en mi sentido, y fuera
de sí la alma pusiese
y toda en ti, ¡oh, Amor!, la convirtiese, | 19 | 5 |
Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman,
parece como el viento que se mece en otoño
sobre adolescentes mutilados,
mientras las manos llueven,
manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas,
cataratas de manos que fueron un día
flores en el jardín de un diminuto bolsillo. | 33 | 7 |
Soledades altivas, coronas derribadas,
Libertades memorables, manto de juventudes;
Quien insulta esos frutos, tinieblas en la lengua,
Es vil como un rey, como sombra de rey
Arrastrándose a los pies de la tierra
Para conseguir un trozo de vida. | 37 | 6 |
Llegó el dia fatal : la extensa plaza
Inundó ansioso pueblo, y por tablados,
Antepechos, terrados y barreras
Fuese á la luz primera acomodando."
eí En un balcón, donde de seda y oro
Descollaba un dosel, el conde Sancho,
Su madre, el arzobispo y el de Lara
Los supremos sillones ocuparon ;
en el opuesto frente, los esposos,
De joyas y de plumas adornados,
Un espacioso corredor, vestido
De yerba y flores, y de emblemas varios. "
" Por séquito llevaban veinte pajes,
Escuderos y damas, diez hidalgos
Eran su escolta, y deudos y parientes
En derredor con ellos se asentaron."
" De allí no muy distante honrado puesto
Yo con los mios ocupé, y al lado
Caballeros leoneses lo tenían,
Extrangeros ilustres y prelados."
"Los siete Infantes, con Incidas galas
Y con gallardas plumas muy bizarros,
Andaban recorriendo entre el bullicio
La extensa plaza, pórticos y andamies
" Y cada cual, al punto del despejo,
Según su inclinación se fué buscando.
Escaso asiento junto á alguna hermosa,
Y en la barrera lo encontró Gonzalo."
Se asordó el viento con los recios sones
De timbales y trompas | los heraldos
El cartel y las leyes de la justa
De nuevo en alto acento pregonaron
los mantenedores a la liza,
De pajes y padrinos rodeados,
Ceñidos de magníficos arneses,
Salieron en fortísimos caballos."
" E l gigante orgulloso, Alvaro Sánchez,
Sobresalía entre los otros cüatro,
Gomo alta torre entre los altos muros,
Una fornida lanza manejando."
" Luengas espadas ostentaban todos,
Anchos escudos, y pendiente al lado
Del dorado borren !a fuerte maza,
Y por empresa un sol, rey de los astros."
El combate empezó : lances diversos
En él hicieron caballeros varios.
Allí dos de Alafranc y dos leoneses
con la espalda midieron el estadioj"
" Y cuantos guerreadores en la arena
Conquistar intentaron aquel paso,
Las lanzas rotas, los corceles muertos,
Vencidos fueron y por tierra echados."
"Aunque de los que el puesto mantenían.
También cayeron á su vez los cuatro;
Vengólos Alvar Sánchez , que invencible
Derribó fuerte cuanto vino al campo.
No era noble y gentil su conlinente,
No diestro se mostraba ni gallardo
Pero era emblema de la fuerza, estaba
Mas firme que los toros de Guisando."
" La torre de Malmuerta parecía,
Cuando la tempestad la embiste en vano,
Y en ella el liuracan embravecido
Se estrella, ronco de furor bramando. "
" Doce conquistadores ya vencidos,
De arneses, mallas, plumas y penachos,
Y de astillas y sangre la ancha plaza
Toda cubierta estaba, y al ocaso "
" Se retiraba el sol. En la ancha arena
A Castilla y al orbe provocando,
Los cinco justadores persistían
En ocio por la falta de contrarios."
"Alvar, enardecido y orgulloso,
Ronco gritaba así de cuando en cuando :
¿No hay j a quien ose combatir conmigo?...
Salga el que no me tema, aquí le aguardo.
" Mas como nadie á responder saliese,
Para dar diversión al vulgo vano.
Un juglar que servía á doña Lambra,
No sé si malicioso ó mentecato,
En quien tenía su privanza ella
Por regocijador de su palacio ;
Dejando el escabel de su señora,
Do el tiempo había de la justa estado
" Bajó á la plaza, del bonete rojo
Los gruesos cascabeles repicando,
Y de su traje de botarga haciendo
Ostentación con gestos y con saltos,"
" Empezó á recorrer la extensa liza,
Una hinchada vejiga atada a un palo
Revolviendo en el aire, ó ya con ella .
El suelo y los puntales golpeando. "
"Fué universal la risa : le tiraban
Bollos, frutas, confites y el, ufano,
Ya afrentaba insolente á los vencidos,
Ya daba al vencedor necios aplausos."
" Al pasar inmediato al antepecho,
Do sin mirarle hallábase Gonzalo,
Haciendo contorsiones y figuras,
Prorumpió así con atrevido labio: "
"Qué tal? qué tal, mancebo? a l l í no hay trampa,
Ni g a l l a r d í a s , ni impotente garbo :
Todo a l l í es corazón, y todo es puño,
Y los ojos eerrar, y dar trancazos.
M i alma con la suya,. Dios nos libre
)c que enarbole en contra nuestra el brazo:
No es un g a l á n de alcorza. Dijo y fuese,
Cabriolas mil y carcajadas dando."
" Furioso á castigarle se arrojara,
Encendido de colera Gonzalo ;
Pero respeto al padre le contuvo,
Y alzóse de su puesto despechado,"
Cuando al llegar á un corro en otra parte,
Oyó decir á un labrador anciano :
Ya no se halla en Castilla quien compita
E n fuerza y en poder con ese hidalgo. "
" Es un j a y á n , repuso otro del pueblo,
que pudiera de un soplo hacer pedazos
la mezquita de Córdoba. Los Laras
la aciertan con estarse en los andamias."
" Prosiguió el labrador: Muy bien han hecho,
Aunque hubieran salido del engaño
De que son invencibles. Otro dijo :
Harta disculpa tienen, son muchachos. "
" Colmóse la medida, ardió en el pecho
Del jóven un volcan, y rebramando,
Ni vió mas, ni oyó mas ; y del concurso
Y de la plaza huyóse sofocado
Mas nadie lo notó. Los justadores
En inacción siguieron grande rato,
Y ya el vulgo impaciente se mostraba
Del vil juglar y de sus chistes harto "
" Cuando las huecas trompas y timbales
Con general contento resonaron,
La llegada anunciando de un guerrero
Que viene á combatir. Por los tablados"
" Cundió el rumor confuso de gran pueblo,
Que se fué nuevamente acomodando,
Y que hundióse en silencio al punto mismo
Que el nuevo guerreador entró en el campo."
" Toscas vulgares armas, iii aun lucientes,
Sin plumas ni labores pobre casco,
Calada la visera, y un escudo
Liso, sin mote, ni blasón, ni ornato,"
" Sacaba el caballero, y en la cuja
Una lanza de guerra, y un caballo.
No de tendida crin y noble aspecto,
Aunque lijero y dócil al bocado."
" Del peto y espaldar hebillas varias
Sin abrochar estaban demostrando,
Que acababa de armarse á toda prisa.
Como todos al punto lo notamos
Eran tales su gracia y gentileza,
Tanta la habilidad, soltura y garbo
Con que regía el pisador, y tales
Su noble talle y cabalgar gallardo ;"
"Que adiviné quién era en el momento,
Y todos ó los mas lo adivinaron.
Mas por aquel instinto que resalta
Siempre en la mucliedumbre, no hubo un labio"
" Que imprudente su nombre pronunciase,
Y fué el silencio universal, tornando
Todos la vista acia el señor de Lara,
Que escondió el rostro con entrambas manos."
" Y o miré á Ruy Velázquez, cuyos ojos
Ardieron de furor, y con recato
Habló algunas palabras al oido
De doña Lambra, que su faz turbaron.:
í£ Dio el caballero en torno á la estacada
Un airoso paseo, acreditando
Quién era mas y mas, y haciendo pruebas
Del poder y obediencia del caballo
" Y parándose en medio, en voz sonora
Pidió con Sánchez combatir. Negado
Por los jueces le fué, por no ser Sánchez
El que debia sostener el campo,
Pues antes de su turno, lo tenían
Para entrar en la lid dos de los cuatro.
La ley fué obedecida, y presentóse
Aquel á quien tocaba, muy ufano ;"
" Pero apenas salió, vióse en la arena
Con potro, escudo y lanza derribado,
Al choque del incógnito, que mudo
Tornó á ocupar su puesto á lento paso. "
"Salió el segundo, las primeras lanzas
Valiente resistió de brazo á brazo :
No fué tan venturoso en las segundas,
Y vencido cayó del potro abajo."
" El pueblo lleno de sorpresa estaba,
Faltándole la voz para el aplauso,
Porqué ve con pavor llegado el punto
Be que entre el fuerte Sánchez al estadio.
£í Cubierto estaba de sudor y espuma
El corcel del incógnito. Saltado
Habían las hebillas de su almete :
Grítale el pueblo ; Toma otro caballo.,
"Mas él nada responde; y firme espera
A Sánchez, que en la plaza entró bizarro,
En un morcillo que la llena toda,
Y la estremece al golpe de sus cascos.
A j ! yo vi entonces del señor de Lara
Demudarse la faz, y vi bañado
De amarga risa el pérfido semblante
De Velazquez también, y que la mano"
" Tomó á su esposa, y que miró á los suyos,
Desprecio y confianza demostrando,
Miéntras la muchedumbre en gran silencio,
Ni aun osa respirar de miedo y pasmo. "
"Sonó el clarin, partieron como flechas
Sánchez y el caballero se encontraron,
Y en el opuesto escudo cada lanza
Tocó, dió lumbre, y resbaló, dejando"
" Honda señal. Los potros revolvieron,
Ambas picas rompiéronse en pedazos :
Continuaron con otras el combate,
Y pretal con pretal al fin se hallaron"
" El corcel del incógnito el empuje
Sufrir no pudo del corcel contrario;
Dobló las piernas, y en la ardiente arena
Los corvejones estampó. A espolazos"
" Sostúvolo el ginete, y como el viento
Le hizo arrancar, y separarse á saltos.
Sánchez buscó otro choque mas no era
Tan diestro en el manejo del caballo
ual su competidor, que lo evitaba
Con gran saber, y que le dio á soslayo
Un duro bote, que abollóle el peto,
Sin que el broquel pudiese repararlo."
"Entóneos advirtiendo Alvaro Sánchez,
Que un solo broche sujetaba el casco
Del justador, dirígele la punta
Con tanta furia y con acierto tanto,"
" Que dejó descubierto el rostro hermoso
Del noble mozo, del gentil Gonzalo,
Quien en furor ardiendo, la cabeza
Con el escudo esconde, y como un rayo,"
"Acomete al jayán á todo trance,
Por tierra le derriba, retemblando
La plaza toda al poderoso golpe;
Y ensordécese el viento con aplausos."
" Apenas el gigante tocó el suelo,
Púsose en pié, denuestos vomitando
Contra su vencedor, y con gran furia
Desenvainó la espada. Sosegado"
" E l joven reclamó las condiciones;
Pide lo mismo el pueblo en gritos altos,
Y todo es confusión. Luego á la arena
Los jueces descendieron de su escaño
declaran que está Sánchez vencido,
Y que el conquistador debe en el campo
Aun con los otros dos mantenedores,
Cual previene el cartel, seguir lidiando."
"No sin dificultad plegóse Sánchez :
Tal vez alguna, seña del airado
Velásquez le obligó. Tornó á su puesto,
Y otra celada se ciñó Gonzalo.^
" E l caballero á quien tocaba el turno,
Fué á cabalgar; mas por su bien faltaron
De su corcel las cinchas, accidente
Que dió á la fiera lid corto intervalo."
" En el cual doña Lambra la orgullosa,
De acuerdo con su esposo, y deseando
Su furor desahogar : s/nda, le dijo
Al bufón, que á sus pies había tornado,"
Anda, y hazle una afrenta d ese mancebo
La que encuentre mayor tu ingenio claro.
JIazla pues sin temor, y d m í te acoge ;
Mi respeto y poder serán tu amparo. "
" E l escabel dejó de su señora
El juglar, y en la plaza á corto rato
Se presentó, con nuevas contorsiones,
Aunque escondiendo entre sus ropas algo
Se acercó al veiicedor, y con despejo,
Muy bien lo has hecho, dijo, bravo! bravo!
Mas yo quiero también justar contigo :
Esta es mi lanza... ahí v á . , . g u a r t e f seo guapo.
" Y un verde cohombro tinto en fresca sangre
Le tiró al rostro, con fealdad manchando
Todo el arnés, y huyóse á gran carrera,
Dejando al pueblo todo horrorizado."
" E s esta acción mirada allá en Castilla
Por la afrenta mayor : % tal que el hidalgo
Que al agresor no mata al mismo instante.
Queda en infamia eterna sepultado."
" E l ilustre mancebo ardiendo en ira
Se arroja en pos del vil que acia sus amos
Rápido vuela \ tírale la lanza
Al punto en que trepaba á los andamies."
" Y de la espalda al pecho atravesóle.
De modo que sin vida en el regazo
Cayó de su señora, con su sangre
Veste, brazos y pechos salpicando."
( Pálida doña Lambra un alarido
Lanzó, y vencida de letal desmayo.
Cayera del sitial, si no encontrara
De sus dueñas y damas con los brazos.
Velázquez furibundo ronco grita :
Llegó el momento, d la venganza, hidalgos!..
Muera, muera. Y con todos sus parientes
Ciego se arroja dentro del estadio."
UA joven vencedor cercan al punto,
De otros muchos seguidos, sus hermanos,
Y los estoques de festejo y gala
Desnudos centellean por el campo."
" Cúndela confusión, suenan las trompas,
Gritan los jueces su gritar es vano :
Tira su cetro en medio de la arena,
Y es hollado y no visto, el conde Sancho."
"Se asustan las mujeres, y los niños
Contra el seno escondiendo entre los brazos,
Huyen y dejan la confusa plaza :
Tiemblan y huyen con ellas los ancianos.^
"Crecen los valedores de ambas partes,
Trábase horrenda lid. La daga en mano
A ella corre Velázquez : el de Lara
Que entró en la liza por distinto lado,"
"Solo paz anhelando, que era padre,
Quiere todo á la paz sacrificarlo;
Y le sale al encuentro, á contenerle
Con blando ruego y amistoso abrazo.
Mas, ay!....¡al abrazarle, una coraza
Oculta bajo sedas y brocados
Apretó !....Se cuajó su sangre toda,
Y un vuelco dióle el corazón llagado."
"Pudo quedarle duda?—No, no era
La infantil imprudencia de Gonzalo
Mas que un fútil pretexto la vil trama
Estaba ya dispuesta de antemano."
"Deudos, parientes, escuderos, pajes,
Todo el séquito en fin de su cuñado,
Cubiertos van de redoblado acero,
Vilmente oculto so los ricos sayos."
"Mísero padre!....la traición patente,
¿Qué le queda que hacer?....Con duro brazo
Ayudar á sus hijos A ellos vuela,
Anima de su casa á los hidalgos,"
" Y métese sañudo en la batalla :
Todo es sangre y horror. Torna á caballo
Con los suyos furioso Alvaro Sánchez,
El pendón de Velázquez tremolando."
" La destreza y valor eran de parte
De los de Gústios pero el otro bando
Armado iba y dispuesto. Una lanzada
A un Infante tocóle de soslayo :
También Velázquez recibió otra herida,
Y estaba como tigre, fuego echando
Por los feroces ojos: el de Lara
Lidiaba firme como león bizarro."
" La condesa doña Ava— ilustre dueña!
Sí, yo la vi del uno al otro lado
Correr, gritar, y en medio del peligro
Pedir paz y quietud á sus vasallos."
" Al meterse una vez en la pelea,
Tocó una punta al jóven conde Sancho,
Que con gentil esfuerzo la seguía,
Sumisión y obediencia reclamando."
" Leve su herida fué ; pero al mirarle
La faz marchita, el pecho ensangrentado,
De terror ambas turbas se cubrieron,
Y en el momento de lidiar cesaron ;
" Momento de quietud, que el arzobispo,
Cual discreto y prudente, aprovechando.
Con sus insignias y sagradas ropas,
Que son de gran respeto entre cristianos,"
Lanzóse en medio, y con terrible frente
Amenazó del cielo con los rayos
A uno y otro partido, si al momento
No dejaban la lid? y libre el campo.
Sus amenazas, y el pavor y susto
Que al ver herido á su señor helaron
Al feroz vulgo, y el postrer reflejo
Que el crepúsculo daba desde ocaso,"
" A ambas ciegas facciones contuvieron ;
Y de la plaza por distintos lados,
Siguiendo cada cual á su caudillo,
Salieron, y de Búrgos se alejaron."
Gonzalo Gixstios con los siete Infantes,
Y con todo el tropel de sus vasallos
Fué á Salas : Ruy Velazquez con los suyos
A Barbadillo, centro de su estado. | 29 | 381 |
Al fin la multitud llorosa calla :
Lara deshecho en lágrimas suspira,
Y torna á suspirar, y de este modo
La narración anuda interrumpida :
< Una tansola vez acento humano,
En tantos años de prisión prolija,
He escuchado, y no mas. Hondo silencio
Guardó por siempre con tenaz porfía"
Mi duro carcelero : los malvados
Que en tan horrible estado me tenían,
Dispusiéronlo así. La vez que solo
Permitieron hablarme oh gente inicua!"
" Fué para dar el golpe postrimero
A este infeliz, para en la horrenda sima
Del último dolor por siempre hundirle,
Para hacerle saber que no tenía"
" Nada en la tierra, y que su mismo nombre
Era nombre de afrenta y de ignominia.
Sí como al mes de hallarme en el encierro.
Una mañana, con feroz sonrisa
Entró el feroz alcaide, y, Gúsíios L a r a,
Me dijo, el alto conde de C a s t i l la
Don Sancho, tu señor, con el acuerdo
De sus hombres de guerra y de j u s t i c i a , "
" R e o de a l t a t r a i c i ó n te ha declarado.
Confiscando tus tierras y tus v i l l a s,
Y mandando poner en tus solares
Los signos viles que t r a i c i ó n i n d i c a n ."
T a m b i é n te h a condenado d infame muerte.
Mas del g r a n Ruy Velázquez por l a amiga
I n t e r c e s i ó n , que pases, te permite.
E n esta torre el resto de tus dias. "
" Dijo, y despareció : con alto estruendo,
En losa de sepulcro convertida.
Cerró la puerta, y barras y cerrojos,
Cadenas y candados multiplica."
Quedé yo como un mármol; por mis venas
Hielo, no ardiente sangre, discurría :
Sin respirar ahogábase mi pecho,
Y espantados mis ojos no veían."
" Estuve así gran rato; mas de pronto
Retemblando mis nervios y mis fibras,
Fuerzas, cual de gigante recobrando,
Y fuego de volcan la sangre misma
Que un momento fué nieve, tal exceso
En mi sentí de actividad y vida,
Tal rabia y tal furor, que engrandecido.
Era á mi aliento aquella estancia chica."
" Derribé el lecho, y esparcí en pedazos
Los muebles por el suelo las macizas
Paredes desconché con mano dura
Di golpes en la puerta, que en astillas,"
" A no ser por las barras y cerrojos,
Tornarla consiguieran ; llamas vivas
Mi pecho respiró, y en roncas voces
Tronó el volcan de mis furiosas iras."
" A los hombres maldije, á las estrellas,
La hora de horror en que salí á la vida;
Pedí venganza hasta al infierno mismo....
O Dios!....Dios bondadoso..... las impías"
" Blasfemias que mis labios pronunciaron
En aquella ocasión, benigno olvida.
Perdónalas, gran Dios : al recordarlas.
Se confunde mi pecho y se horroriza."
" Tan negra furia y ceguedad culpable
No fueron duraderas por mi dicha ;
Y en tal abatimiento se trocaron,
Que vine á tierra envuelto en sombra fria.
Los siete golpes de las siete piedras,
Que en la alta claraboya, cual solían,
Dieron, del profundísimo letargo
Sacáronme por fin.Torné á la vida,"
" O por mejor decir, cobré el sentido
Para apurar las ansias y fatigas
De una existencia atroz. Yerto, postrado
Mi cuerpo en tierra, sin vigor yacía;"
" Mas no postrada mi alma ni mi mente:
Sueltas como jamas y ( nardecidas.
Volaban por horrendos precipicios,
Y en escenas terribles se perdían."
"Las lóbregas tinieblas de la noche
Que inundaban mi cámara mezquina.
Llenas me aparecieron de prodigios,
Y visiones tremendas. Ya veía "
" Siete cabezas pálidas, sin cuerpo.
Que de lóbregas nubes despedidas
Y por ronco huracán arrebatadas,
Contra mi pecho mismo se rompían ,"
" Y a de fuego una atmósfera, y de sangre
Un mar rugiente en mi reedor tenía,
Y en las llamas ardiendo mis palacios.
Las armas y el pendón de mi familia
Mientras que siete cuerpos sin eabezas
En las hinchadas ondas purpurinas
Nadaban, y pidiéndome socorro,
A mí^ qué horror! los brazos extendían."
" Y a la espantosa escena se mudaba,
Y un llano presentábase á mi vista
De ardiente arena, y alumbrado solo
Por una niebla vaporosa y fria,"
" Y cruzaban por él, en sordos gritos,
Venganza demandando, blanquecinas
Siete fantasmas; y si huyendo acaso
De cada cual de estas visiones, iba"
A revolver la faz acia otra parte,
Siempre á mi lado, siempre, ó Dios! tenía
ün coloso infernal, que me alargaba
Un hierro matador con fiera risa,"
" Y , Toma, no te queda oír o consuelo.
Con penetrante voz me repetía.
Oh, qué noche!.,..oh, qué noche! De la aurora
El resplandor primero le dió cima."
" De mi imaginación el desarreglo,
P or mi atroz situación clavada y fija
Siempre en mi mente, fuera de juicio
Me tuvo, aunqué postrado, largos dias
Siempre las noches espantosas eran
Con escenas fantásticas continuas :
Siempre eran de dolor y acerbo llanto
Las mañanas y tardes. Persistía"
" Siempre, que ni un momento me dejaba.
Junto á mí, armando á mi constancia insidias,
El infernal coloso, y ofreciendo
La daga por consuelo á mis fatigas."
" Era el maligno espíritu, encargado
De procurar mi perdición. Benigna
Empero del Señor la santa diestra
Acorrióme piadosa, y compasiYa"
" Me libró del furor de los infiernos»
Me contuvo en el borde de la sima.
¡Tu omnipotencia y tu bondad. Dios mió.
Los hombres y los ángeles bendigan!"
"Mas donde claramente relucieron
La providencia y la piedad divinas.
Fué en la visión con que cobré el juicio,
Y la razón mi mente oscurecida ,"
" Y que á mi corazón despedazado
Todo el consuelo dió, que mis desdichas
Capaces eran de tener, abriendo
A la resignación ei alma mia.
Después de algunos meses de espan tosos
Accesos de furor y de vigilias
Tenaces, de mi cuerpo apoderóse
Con ardoroso afán fiebre maligna,"
< Que consumió mis fuerzas y en el lecho
Postrado me dejó por cinco dias.
Pero en sudor copioso terminando,
Despareció por fin; tan abatida"
" Debilidad dejándome, que apenas
Un momento tenerme en pié podía.
En postración tan grande, de un profundo
Sueño no interrumpido las delicias"
" Conseguí disfrutar; y cuando estaba
En su dulce descanso, ante mi vista
Magnífico espectáculo ofrecióse,
Que ni un momento mi memoria olvida."
" Vime pues entre nubes y celajes,
Que de oro el sol y de risueñas tintas
Matizaba esplendente : en un abismo
Bajo mis pies al mundo descubría,"
Envuelto en sombras densas;
Y un torrente de purísimas luces difundían
Sobre mí las estrellas. Luego escucho
Son celestial de música divina
Y abriéndose los cielos, entre un coro
De ciérnales espíritus, divisan
Mis ojos siete jóvenes gallardos,
Que en esplendor al mismo sol vencían."
f Eran sus vestes como nieve puras;
Azucenas que el tiempo no marchita,
Coronaban sus frentes ^ en sus manos
Palmas eternas, venerable insignia"
" De los mártires santos ostentaban;
Y en sus cuellos brillaba, como brillan
De esposa en cuello virginal rubíes.
La huella de una bárbara cuchilla."
" Conocílos al punto : eran mis hijos,
Mis hijos felicísimos que habitan
La mansión celestial. Estremecíme
De gozo, y despené. La luz del dia"
^Llenaba mi prisión : salté del lecho.
Arrójeme en el suelo de rodillas,
Consoladoras lágrimas bañando
Mi compungida faz. En voz sumisa"
" Oré por largo rato ante el Eterno;
Y al mismo tiempo en mi interior sentía
ün bálsamo celeste difundirse,
Y mi alma humilde descansar tranquila.
Ya no vi mas al tentador coloso.
Que hasta entonces las noches y los dias
Me atormentó tenaz ; y aunque en mi pecho
Siempre estaban grabadas mis desdichas,"
De Dios con los decretos resignado,
Hallé constancia en mí para sufrirlas.
Pasáronse los años ; presurosa
Vino á mí la vejez sus manos frias"
•< De mi vigor los restos me robaron,
Y todos los achaques y fatigas.
Que su cortejo forman, se reunieron
Y descargaron sobre mí sus iras."
" Inflamación terrible y dolorosa
Con agudas punzadas, repentina
Mis ojos atacó, debilitados
Con mi largo llorar. La luz del dia,"
" Que fué hasta entónces mi mayor consuelo,
Se tornó mi mas bárbara enemiga;
Porqué sus penetrantes resplandores
Destrozaban mis débiles pupilas."
"Pedí á mi carcelero algún socorro ;
El cual, feroz como las fieras mismas,
Persistió en su silencio, sin mostrarme
Ni siquiera la frente compasiva
Abandonado así, con mis clamores
El alcázar soberbio estremecía,
Privado no tansolo de consuelo,
Sino también de auxilio y medicinas."
"Con tormentos de rabia me arrastraba
Fuera del lecho por las losas frias,
Buscando una postura que aliviase
Mi punzante dolor, y la vasija"
"Del agua derramaba sobre el rostro.
Esto aumentó la enfermedad maligna.
Que terminó por fin, en noclie eterna
Sumergido dejándome sin vista,"
" Cual me miráis. Terrible fué este golpe!
Mas para soportarlo, la divina
Misericordia suficiente fuerza
Me concedió también. Esta excesiva"
Desgracia amortiguó completamente^
Y destruyó mi ansiosa fantasía ;
Y falta de esperanzas y deseos.
Carga ya inútil, arrastré la vida."
" Los siete golpes de las siete piedras,
Que la alta claraboya siempre herían.
Me daban á entender que era de noche i
De la puerta las barras y aldabillas
Y la entrada del mudo carcelero
Me daban á entender que era de dia^
Y por ambos estruendos computaba
El tiempo perezoso. En mi mezquina"
"Mente aun alguna vez cierta vislumbre
De esperanza falaz y fugitiva
Tornó á brillar^ pero extinguióse al punto,
Y mi labio osa apenas referirla."
"Guando salí de Córdoba, la tuve
De dejar un sosten de mi familia,
Y acaso un vengador.,..Mas, ay! el fruto
De un afecto culpable, de una indigna"
"Pasión para un cristiano hubiera sido;
Y del cielo irritado la justicia
ün consuelo, producto de las culpas.
Por que tan sabiamente me castiga,"
" No me ha querido conceder.,..No existe....
Plegué á la Providencia....Me horroriza
Que un pecho acaso, do mi sangre hierve,
De Dios blasfeme ciego en la mezquita!
"Piedad!....piedad. Señor!"—Aquí el anciano
La voz ahogada, el alma confundida
Con súbito terror, quedó en silencio;
Y con las manos trémulas y frías
La faz rugosa se cubrió. La turba,
Que toda la atención clavada y fija
Tiene en su rostro y en su labio, calla,
Y de su mudo asombro participa.
Nadie alentó : después de un corto rato
De estar la narración interrumpida,
Lanzando un profundísimo suspiro,
El gran Gústios así tornó á seguirla. | 29 | 269 |
Conde Niño por amores
es niño y bajó a la mar,
fue a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Desde las torres más altas
la reina le oyó cantar:
Mira, niña, cómo canta
la sirenita del mar.
No es la sirenita, madre,
que esa tiene otro cantar:
es la voz del conde Niño
que por mí llorando está.
Si es la voz del conde Niño
yo le mandaré matar,
que para casar contigo
le falta sangre real.
No le mande matar, madre,
no lo mande usted matar,
que si lo manda matar, madre,
juntos nos han de enterrar.
Guardias mandaba la reina
al conde Niño buscar,
que le maten a lanzadas
y su cuerpo echen al mar.
Él murió a la medianoche
y ella a los gallos cantar;
ella, como hija de reyes,
la entierran en el altar
y él, como hijo de condes,
tres pasitos más atrás.
De ella nació una rosa
y de él un tulipán;
la madre, llena de envidia,
ambos los mandó cortar.
De ella nació una paloma,
de él un fuerte gavilán,
Juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par. | 28 | 38 |
Si cuando coronado de laureles
copias, Vander, la primavera amena,
el lirio azul, la cándida azucena,
murmura la ignorancia tus pinceles. | 10 | 4 |
La vidriera mejor
en sus brazos de cristal
entra al Sol hoy celestial
en la capilla mayor;
a cuyo resplandor,
sin que más luz espere,
Simeón fénix arde y cisne muere. | 33 | 7 |
Hoy el famoso Padilla
con las muestras de su celo
causa contento en el cielo
y en la tierra maravilla, | 27 | 4 |
Jacarandá:
se nos va deshojando
extraña el cielo. | 18 | 3 |
Para encontrarme con nadie
me pongo a mirar arriba,
¡Auxilio, que Dios me ampare! | 42 | 3 |
Amigos y señores, por dios y caridad
Oíd otro milagro, hermoso de verdad:
San Hugo lo escribió, de Cluny fue abad,
Y aconteció a un monje de su comunidad. | 8 | 4 |